Sr. García

Colonizados

LA GUERRA DE LOS COVID (SECUELA I) ·

La no vacunación en base a ideas paranoicas es otra manifestación de enfermedad y la instauración del certificado para acceder a actividades sociales es una necesidad

Miércoles, 29 de diciembre 2021, 01:26

Como toda película taquillera, no me queda otra que hacer una secuela. Me despedía y cerraba la saga hace mes y medio, y no me ... arrepiento, es más, me reafirmo: «la guerra ha terminado».

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Efectivamente la guerra terminó y la perdimos, y la prueba más evidente es que hemos sido colonizados. El virus ha ganado la guerra y se queda entre nosotros. La variante llamada Ómicron, vendrán más, solo es la expresión de un virus adaptado a las circunstancias, 'osease' a la vacuna, menos mortal pero más infectivo. La población casi toda contagiada, vacunada o no; en los hospitales muchos menos, la mitad vacunados y la otra mitad no vacunados; y lo más importante, en las UCI y fallecidos, la inmensa mayoría «no vacunados». Los que estamos en los hospitales lo sabemos bien, y deberíamos decirlo más alto.

Estamos en la colonización definitiva, que es la adaptación al final de la guerra. Me atrevo a adelantar lo que ocurrirá. Punto uno, la vacuna no impide la infección, pero sí la gravedad de la misma, disminuye de forma muy significativa la progresión de los síntomas y la mortalidad. Dos, los no vacunados estarán en mayor riesgo, y cada vez mayor en la medida en que pase el tiempo sin estar inmunizados y ante nuevas variantes. Tres, desde hace poco los contactos estrechos ya no guardan confinamiento, sino que se monitoriza si aparecen síntomas; el siguiente paso será que los propios infectados, dado que casi todos los infectados lo serán en grado asintomático o leve, no guardarán tampoco aislamiento, sino que se les recomendará una vigilancia de la gravedad de síntomas y el uso de medidas protectoras; quinto, la vacunación repetida será necesaria, entre seis meses y un año, y es necesario trabajar ya en sistemas de vigilancia epidemiológica que permitan adelantar y adaptar rápidamente dichas vacunas a las nuevas variantes, tal y como ya existía para la vacuna antigripal.

En esa predicción que me atrevo a hacer, existe un hecho difícil de superar: el miedo y el histerismo actual, provocado por el sufrimiento durante la guerra pasada. No sé si recuerdan como al principio faltaban tests y, en mis primeros episodios, insistía en la necesidad de disponer de tests. La elevada disponibilidad actual hubiera sido una ventaja en los momentos en que no teníamos vacuna, pero ahora están convirtiéndose en un arma de histerismo social, en la medida en la que la gravedad de la infección es mucho menor, y lo que realmente hacen es constatar que estamos colonizados. También lo superaremos.

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El motivo para los dos párrafos previos es simple, la confianza que tengo en la vacunación. El martes pasado recibí mi tercera dosis, pero lo mejor del día es que convencí a un buen amigo de ponerse su primera. Es posible que le haya salvado la vida. La penicilina ha sido el fármaco que más vidas ha salvado, y seguro que hubo quien no quiso pinchársela a principios del siglo pasado por proceder de un hongo. La no vacunación en base a ideas paranoicas es realmente otra manifestación de enfermedad, y la instauración del certificado obligatorio para el acceso a actividades sociales es claramente una necesidad de protección y solidaridad social.

En definitiva, la situación actual que vivimos no es otra cosa que la expresión de la colonización final, pues la guerra ha terminado y la hemos perdido. La perdimos hace tiempo. Deberíamos ir pensando ya en no perder la próxima guerra, que la habrá.

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