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Hace veintidós meses empezó la guerra de Ucrania, aunque a Putin le guste más hablar de invasión. Fue portada de los periódicos de todo el mundo, y cabecera de telediarios. A pesar de ser noticia mundial, las elecciones generales en España del verano del 23 ... dejaron en segundo plano la contienda bélica. La ajustadísima victoria del bloque de la izquierda inundó los medios, al tener que pactar el PSOE con los nacionalistas catalanes, y activar una amnistía. Ya nadie se acordaba de Ucrania. El tema se alargó hasta el comienzo del curso político..., y hasta que en octubre llegó el conflicto de Gaza. El absurdo ataque de Hamás, y la no menos cruenta venganza de Netanyahu, relegó los problemas del nuevo gobierno, incluso los aspavientos de Puigdemont. Poco nos acordábamos de los avatares de los indultos... y de Ucrania.
Entonces surgió el ínclito juez Peinado y su intento de imputar a la mujer del presidente Sánchez, aún sin contar con pruebas fehacientes. Guiado por su ideología (para que digan que la judicatura no tiene ideología), abrió la puerta a la duda, al bulo, a la picaresca... para agitar la caja de los truenos, sobre todo de la prensa y radio amarillentos. Peinado nos invitó así a olvidarnos de Puigdemont, Netanyahu y Ucrania. Hasta que aparecieron las elecciones generales en Venezuela, con el curioso 'triunfo' de Maduro, el único presidente de gobierno del mundo que gobierna habiendo perdido. Para lo cual no enseñó ni enseñará las actas de los recuentos de votos. Menudo caldo de cultivo para los medios de información, no sólo denunciando al dictador sino aplicando a nuestro país acusaciones a diestro y siniestro. De nuevo Begoña, Peinado, Puigdemont, el gobierno, Gaza y Putin pasaron de protagonistas a secundarios.
Después llegó Bárbara Rey y su hijico, y un nuevo escándalo con el Rey emérito como estrella de la comedia, mejor dicho, del esperpento. A pocos extrañó este caso sentimental, que propició debates y discusiones más de prensa rosa que de política, todo hay que decirlo. La Reina y el Rey taparon por unos días a Begoña, Peinado, Puigdemont, Sánchez, Netanyahu y Zelenski (que al pobre no lo había citado). Esta polvareda sentimentaloide estuvo acompañada por nuevas del famoso Alberto González, delincuente confeso, que aprovechó un resquicio jurídico para señalar hasta al fiscal general del Estado, en un alarde de triquiñuela a la que la jurisprudencia conservadora se agarró como lapa. Nuevo lío que ocupó los rotativos nacionales, llevando los anteriores escándalos a un nivel circunstancial. Tampoco duraron demasiado aquellos dimes y diretes. En algún estante oficial espera la resolución de los tribunales. Da igual. El caso era hacer ruido que ocultara el beneficio ilegal de las mascarillas. Algo similar apareció entonces gracias a otro caradura nacional, acaparador de portadas, llamado Koldo García, y su ministro Ábalos, ambos de distinto bando ideológico, lo que provocó la falacia extendida por redes de que todos los políticos son iguales.
Y de pronto, aparece un verso suelto. Un político metido a furtivo donjuán, maltratador y agresor sexual, que por la mañana defendía el feminismo y por la noche hacía pasarlas 'duras' a las chicas. Añadan a esto que Errejón, tal es el nombre del ínclito personaje, era líder de la izquierda más izquierda. No sé si lo suyo fue exactamente delito, pero sí responsable de acciones tan deleznables que volvieron a ocupar páginas y portadas nacionales. Todo ese escándalo quedó arrinconado ante Valencia. Valencia ha llenado, llena y llenará información dentro y fuera de nuestras fronteras. Una tragedia dada la cantidad de muertes ocasionadas por la Dana. A su lado, ríete de Errejón, del novio de la Ayuso, Bárbara, Maduro, Begoña, Gaza y Ucrania. Porque Valencia no sólo fue tormenta atmosférica, nefasta de por sí; es tormenta política, que levantó la veda a bulos tan destacados como el que anunciaba más de mil muertos en un aparcamiento... sin cadáveres. Desalmados que se benefician de la estulticia de sus seguidores en redes.
Sin embargo, la última noticia bomba es la reciente elección de Trump como presidente de los Estados Unidos, un «criminal convicto, violador de mujeres, burlesco contra minusválidos, promotor de la vulgaridad, anciano obeso», en palabras de una votante estadounidense. Trump, que ha ganado nada menos que a una fiscal... mujer, deja en mantillas a los Errejón, Alberto González, la Rey y el Rey, Maduro, Begoña, Peinado, Netanyahu y Putin... y no lo hace de la DANA porque la DANA ha sido mucha DANA. Y la tenemos al lado.
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