Empezaré hoy con una 'excusatio', ya que intento, en esta columna, no entrar en terrenos de la política; primero, porque no me siento preparado para ello; segundo, porque no me da la gana. Sin embargo, hago mío el dicho de 'donde dije digo, digo Diego', ... tan habitual en este mundo en que vivimos. Pero son tantos y tan abundantes los disparates que nos ofrece el día a día, que no me resisto a entrar al trapo en una materia tan delicada. Aunque mucho me temo que ese hablar por no callar tiene que ver con ganarse el sueldo, y decir algo que suene chulo para que los míos me aplaudan, más que por una necesidad dialéctica. Si los que así actúan se dieran cuenta del ridículo que a veces hacen, haría suyo ese otro refrán que dice que 'en boca cerrada, no entran moscas'.

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No es en estos tiempos tan sólo cuando se oyen tonterías a borbotones en espacios para la política. La necedad es histórica. Pero nunca como ahora somos conscientes de ese ejercicio de simpleza. Voy a un ejemplo relativamente reciente que escuché en el Congreso de los Diputados hará un par de semanas. El líder de la oposición le dijo al jefe del Ejecutivo que si se había dado cuenta de que sigue gobernando con los seis votos de Bildu. Vamos a ver. ¿Cómo no se va a dar cuenta? El tal Sánchez tendrá todos los defectos del mundo, pero tonto no parece que sea. Acúsenle de mentiroso, de frío y calculador, de traga sapos..., pero no parece que la tontuna sea rasgo que lo defina. Ahí está su carrera política plagada de obstáculos en la que se mantiene, mal que les pese a muchos. ¿Cómo no se va a dar cuenta de que gobierna gracias a los votos de Bildu, y del ínclito Puigdemont, y del separatista Rufián y de todo con lo que haya que pactar? Ya lo demostró en la anterior legislatura, y lo está haciendo en la actual, aunque nadie dé un duro por su duración. ¿Por qué no hablarán de temas que interesan al personal (precio de la vivienda, carestía de la vida, influencia del turismo masivo, etc., etc.)? ¿Acaso creen que esos temas no dan réditos inmediatos, al menos, tanto como el del desprestigio continuado?

Sí. Sánchez sabe que gobierna con los votos de Bildu, con los de Junts, con los de Esquerra, con todo lo que haya sido necesario. Como hubiera gobernado Feijóo de haber podido hacerlo. Como gobiernan Guardiola y López Miras en Extremadura y Murcia, a pesar de que mantuvieran (por unos días) una cruzada para que Vox no entrara en sus gobiernos. Cruzada tan admirable como inútil, pero cruzada. Yo, que admito mi sorpresa cuando vi el pulso que el presidente de mi región mantuvo durante semanas por gobernar en solitario, tampoco me hice cruces con el resultado final de admitir a la ultraderecha en el gobierno. ¿Por qué no? Como que la izquierda socialista pactara con Podemos. Para mí, es lo natural. En el pecado llevan la penitencia. El mentado Sánchez tuvo que torear por chicuelinas para domar al fogoso Pablo Iglesias; tanto, que finalmente éste fue devuelto a los corrales. Como tendrá que torear López Miras para convencer a Antelo de que el Mar Menor no es para los nitratos que los agricultores echan al agua para mantener no sé cuántas cosechas.

Bueno. Basta ya de política. Si la traigo a colación es por el mal uso del lenguaje que en ella se hace

Bueno. Basta ya de política. Si la traigo a colación hoy es por el mal uso del lenguaje que en ella se hace, por hablar de tonterías, de reiteraciones, de lugares comunes. Todo esto me ha recordado aquella sección del famoso tebeo 'DDT', que se llamaba 'Diálogo para besugos', que se publicaba desde 1951. Aunque al principio lo escribían varios miembros de la redacción, desde 1953 lo hizo el gran Armando Matías Guiu, humorista hoy olvidado que redactaba como nadie. Todos esos apartados, en los que conversaban dos hombres o dos mujeres, empezaban y terminaban con un 'Buenos días', a lo que el otro le respondía 'Buenas tardes'. Toda una declaración de intenciones. Nadie como Guiu explicó tan certeramente el propósito de tales diálogos: complicar la conversación para «derivar de un tema a otro, liando conceptos, ideas, hasta lograr que de los dos dialogantes ninguno supiera quién había iniciado la trama de desatinos». Pongan la radio, por favor, un día de esos de control a cualquier gobierno, y ya me dirán si no parece un diálogo para besugos.

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