Sábado por la noche, concierto de Drexler, Murcia Río. Me llama la atención el tráfago de gente joven que hay. Entiendo que Drexler es más para los de mi generación, esa que ahora llaman X y que creció escuchando a Camilo Sesto, Raphael, la Jurado ... y Serrat, no porque fuera nuestra música, sino porque era la de nuestros padres. Suele ocurrir así: empiezas escuchando lo que tus padres, luego escuchas lo tuyo y acabas escuchando otra vez lo que tus padres, en una señal inequívoca de que las nieves de la juventud pasaron hace rato y te estás haciendo mayor.
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Sí, somos la generación que enseña la cruz al reguetón, 'vade retro' le decimos, porque nunca lo escuchamos de chicos. Eran tiempos en los que la música estaba en casetes, no había móviles, arrancabas los albaricoques del árbol de tu abuela y sabían a miel (ahora no saben ni a fruta) y no existían las redes sociales, donde se amasijan tantos policías sin sueldo, como dice Chirbes. Si lo piensas bien, qué tiempos tan diferentes de los de los jóvenes de ahora. Por eso digo que me sorprende ver tantos en lo de Drexler, que es más de mi época. «No, es que lo he conocido por C. Tangana», me dice uno. Claro, ahora caigo. Drexler ha colaborado con el rapero en los últimos años, eslabonando de alguna forma nuestra generación, la X, y la de ellos, la Z. «¿Valiente o gallina? ¿La bolsa o la vida? Picar medicina, chupar golosina...», canta Drexler y enfervoriza a la gente. Y eso que al principio no las tenía todas consigo. Decía que esa letra no era lo suyo, que le pillaba un poco a trasmano, pero luego, al musicarla, resulta que funcionaba, ha explicado alguna vez.
Sí, funciona. Jóvenes y no tan jóvenes, que esto es indistinto, desembaulan móviles al unísono y lo ven cantarla, aunque no directamente, sino a través de las pantallas. Las luces de los teléfonos farolean en la oscuridad. Son muchos. No, definitivamente este no es un concierto de Dylan, que los ha prohibido y es capaz de darse la vuelta y cantar de espaldas si de repente ve alguno fosforesciendo entre el gentío. Cosas de todas las generaciones, pero no seré yo quien las ponga de vuelta y media, hoy no toca, que el concierto fue un éxito y acabó con un vino en el traspatio ('backstage' dicen ahora los de la Z) con Drexler. «Oye, qué jumilla es este, qué rico», asegura el cantante mientras lo saborea, pero esa ya es otra historia.
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