En la literatura hay frases memorables, tan buenas que no parecen sacadas de un papel, sino de una chistera. Frases que se te quedan grabadas, ... no por siempre, sino mucho más, por siempre jamás, que decía Antonio Gala. A mí me gusta especialmente esta: «En la noche oscura del alma son siempre las tres de la mañana», la célebre frase de Fitzgerald, que agavilla todo lo que él fue en unas pocas palabras: no se puede resumir mejor el profundo pesar de su vida. Él lo quiso enmascarar con alcohol, pero el alcohol al final no fue bastante y la vida lo venció. Lean 'Hermosos y malditos', una historia vivaz, pero triste, como todas las suyas, y quizá la que más me guste de él. Lamentablemente, la frase sigue vigente con solo levantar la cabeza del libro. EE UU, ese país que admirábamos y del que nos sentíamos, por qué no decirlo, un tanto acomplejados (vean 'Bienvenido, Mister Marshall') por su espectacularización de la vida y una cultura de tamaño casi firmamental, que era la verdadera fuerza de su poder y no las armas, nos deja ahora espeluznados por todo lo que está pasando. Muchos analistas se preguntan si es posible una dictadura en EE UU. ¿En serio? ¿Una dictadura en el país de la democracia? ¿En qué momento a ese país se le fue la mano y empezó a hacer eses?
Veo 'La noche americana' y me resulta inevitable asociarla a todo lo que está pasando allí. La muestra de la sala Verónicas, comisariada por Nacho Ruiz y Carolina Parra, es un colmenar de todas las artes: letras, pincel, tela, dibujo, frases, cristales, papel, cine, todo 'enjambrado' por un hilo invisible que Nacho Ruiz va desentrañando con tanta pasión y energía que no es solo que te enteres de todo, es que te entran ganas de enterarte por siempre jamás, como decía Gala. Por ahí aparecen Ray Bradbury, Orson Welles, Melville y su ballena y John Cage, entre otros, y uno se pregunta: ¿cómo es posible que un país que ha parido semejantes gigantes de la cultura esté capitulando de tal manera?
Dicen Carolina y Nacho que vivimos la noche americana desde el triunfo de Trump y es cierto. También dicen que estamos hechos de libros, películas, discos y exposiciones, y es cierto. Sí, así es, habrá que agarrarse al flotador de la cultura para no acabar nosotros también desmadejados y haciendo eses. Y es que EE UU ya no es el espejo donde mirarse. Al menos su evidente decadencia sirve para algo: ponernos de puntillas en nuestro orgullo de ser europeos y desmenuzar el complejo de inferioridad que nos ahogaba. Bye, bye, Mister Marshall.
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