El Cemop y el Mar Menor

Pero he aquí que, después de varios años de degradación del Mar Menor, su agónica situación se convierte en la segunda preocupación de los murcianos y, a resultas de ello, el último sondeo del Cemop establece una relación directa entre este estado de preocupación de la ciudadanía y el descenso en intención del voto del partido en el gobierno. La primera conclusión para el Ejecutivo regional es terrorífica: la masa civil que se moviliza para salvar al Mar Menor ya no está compuesta –como se quiso vender– por cuatro rojos y piojosos de las ONG y de la izquierda radical y recalcitrante. Por el contrario, la movilización por el Mar Menor ha adquirido el estatuto de un estado de ánimo social que atraviesa los diferentes compartimentos ideológicos con los que se identifica la ciudadanía. Ya se pudo comprobar en la reciente y multitudinaria marcha celebrada en Murcia: en ella, había votantes de todos los partidos –también del PP–.

Lo importante de este aspecto revelado por la encuesta del Cemop no son los dos escaños que, por lo pronto, pierde el PP como consecuencia de su gestión de la crisis. Antes bien, lo verdaderamente significativo es que el estado de opinión social ya ha establecido una conexión directa entre la catástrofe de la laguna y la gestión del ejecutivo autonómico. Un conducto de responsabilidad une la causa con el efecto. Y, cuando ese trasvase está abierto, la evolución del voto comienza a transitar por un territorio de imprevisibilidad. La magnitud de la catástrofe ambiental del Mar Menor es tal que lo que ahora son dos escaños, dentro de unos meses pueden ser cuatro, cinco o seis. Una vez que la hemorragia comienza, es difícil precisar cuál será su comportamiento en el corto y medio plazo. Además, y para sorpresa de muchos, los encuestados han identificado al Gobierno regional como principal causante del deterioro del Mar Menor; es cierto que solo unas décimas por delante del Gobierno de España, pero, aunque López Miras quisiera restar importancia a este hecho, la tiene. Y así sucede porque demuestra que la todopoderosa maquinaria de comunicación de San Esteban se ha encontrado con la horma de su zapato. Pese a intentar lavarse las manos por activa y por pasiva y construir la imagen de una Mar Menor abandonado por el Gobierno central, una amplia parte de la ciudadanía no ha comprado el mensaje.

El grado de concienciación de los habitantes de esta región es tal que tampoco Vox ha visto crecer sus expectativas de voto. Su delirante defensa de la agricultura ilegal y su frentismo negacionista no les ha proporcionado crecimiento alguno. En todo este convulso contexto, quienes se han visto beneficiados del –todavía tímido– trasvase de votos han sido Podemos y Cs. El partido al que todos daban por amortizado –Ciudadanos– parece que puede gozar de una vida más y seguir nutriéndose de los decepcionados del PP. Imaginar un panorama en el que, en las próximas elecciones a la CARM, Cs volviera a ser decisivo en la configuración del Gobierno regional me conduce –he de confesarlo– a un estado de risa histérica daliniana. Ahora bien, que hagan el casting un poco mejor para evitar los recientes y lamentables episodios de transfuguismo, que, como se ha comprobado, las almas son volubles y no son difíciles de comprar. Y, finalmente, la gran pregunta: ¿cuándo aparecerá Más País en el horizonte de los escaños? Este partido tiene en Óscar Urralburu a uno de los políticos más brillantes del panorama nacional, y resulta incomprensible la falta de apoyos que reflejan los sondeos. Perfiles como el suyo se revelan imprescindibles para cualquier proceso de regeneración democrática de las instituciones.