Les tildamos de vándalos por semejanza con aquel pueblo que, junto con los suevos y alanos, invadió nuestra Península en el año 409. Empotrar coches ... contra la puerta de un local de juego para sustraer el contenido de la caja, incendiar coches o contenedores de basura, destruir mobiliario urbano a diestro y siniestro, atracar a mano armada, matar a miembros de otra banda... Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hacen todo cuanto pueden, y en muchos casos mueren por defendernos.
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Hay que hallar una salomónica solución a este gravísimo problema con el que nos encontramos. Sean autóctonos o foráneos, la ley que se debe aplicar ha de ser la misma. ¡Basta de paños calientes y comprensión del porqué de sus actos! Son las víctimas y familiares quienes deben recibir todo nuestro apoyo, toda nuestra solidaridad.
El vandalismo que impera en nuestras calles ha de ser erradicado, no sólo reducido. Tenemos el derecho de pasear tranquilos y seguros por nuestros espacios, los dueños de establecimientos deben seguir ganándose la vida legalmente. Nuestros lugares deben ser como laboratorios de ética, paz y justicia.
Y con esto ya pueden nuestros educandos recibir la primera clase de ética. Las siguientes despertarán en ellos el mismo interés.
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