Los penates

Rebuscando en los entresijos históricos me tropiezo con la función que desarrollaban los penates en la antigua Roma. Estos ocupaban un lugar especial como deidades tutelares del hogar y protectores de la familia. Eran considerados guardianes de la despensa, los alimentos y las provisiones de la casa. Su papel era asegurar la prosperidad y la abundancia del hogar.

Los romanos creían que estos dioses influían directamente en el bienestar y la buena fortuna de la familia. Por eso les hacían ofrendas y elevaban plegarias para obtener su favor y protección.

La palabra penates proviene del término latino 'penus', que hace referencia al almacén de alimentos y provisiones básicas de una casa. Formaban parte junto con los genios, los lares, los manes y los lamures de las numerosas divinidades menores de carácter doméstico de la primitiva religión romana.

Se les presentaba en pequeñas estatuillas de madera o arcilla, a menudo toscas, revestidas, sin embargo, de ropas finas, que se colocaban al fondo del atrium, en el 'larario'. Tenían rasgos de anciano y, por lo general, llevaban la cabeza cubierta por un velo.

Existían también penates públicos, protectores del Estado, honrados en el templo de Vesta en Roma.

He aquí mi argumento sobre el sentido y significado con el que quería subrayar la importancia vital que tenían y que deberían tener actualidad estos dioses para nosotros. Estos nos preservarían de que los hogares tuvieran las despensas provistas de alimentos básicos y nutritivos para toda la familia. Pero mucho más importante todavía es que los palacetes de los gobernantes estuvieran repletos de penates para que el Estado y toda la administración pública estuviera provista de funcionarios honrados que velaran por el buen funcionamiento de todas las instituciones estatales. No caerá esa breva –que diría el castizo–. No se alteren, son tontunas de viejos trastornados que creen en deidades de tiempos pasados.