Antes de que naciera mi hija a comienzos de los años noventa, como futuros padres decidimos dejar de fumar. Afortunadamente, no lo hemos vuelto a ... hacer y nuestros hijos tampoco lo han hecho –de momento–.

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Cuando hace poco más de un año mi hija decidió emanciparse, pensé en la infinidad de problemas a los que se podría enfrentar; sin embargo, no se me pasó por la cabeza que tendría que renunciar a su casa en la que felizmente estaba instalada debido a la contaminación por humo de tabaco.

Su edificio cuenta con aire acondicionado por conductos que se distribuyen entre todos los vecinos de la misma planta. La llegada de unos vecinos fumadores ha dado lugar a que el humo penetre en su casa y sufran todos los inconvenientes de un ambiente irrespirable por el humo ajeno.

Cuando le comunicó a su casera el problema que tenían ella y su pareja dentro de su propio domicilio, su respuesta fue que, si no les interesaba, que se fueran, que tenía a cientos esperando y por un mayor alquiler del que ellos pagan actualmente.

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Asimismo, pidieron ayuda a la Consejería de Salud, la cual escurrió el bulto alegando que ellos solo protegen al individuo dentro de una empresa que incumpla la Ley Antitabaco.

Afectada por una tos persistente se ha visto obligada a buscar otra vivienda que, debido a la saturación del mercado del alquiler, se encuentra en la periferia, con menos metros cuadrados y a un mayor precio. Probablemente, son víctimas de los daños colaterales de la 'burbuja del alquiler'.

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