Si preguntamos a cualquier persona adulta si prefiere la guerra o la paz, la inmensa mayoría se decantaría por la paz. ¿Entonces por qué hay ... guerra? Hay quien piensa que va en los genes de nuestra naturaleza humana. Yo creo que no, que los motivos son otros.

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Dejemos las guerras pasadas que también tienen su explicación para centrar nuestra reflexión en las actuales. Corren aires de guerras, las arancelarias, las ideológicas, que corren el peligro de transformarse en militares que nos lleve a una conflagración global. ¿Quiénes serían los responsables? Los pueblos que histórica y unánimemente eligieron la paz o los dirigentes de las administraciones supranacionales que nos gobiernan hoy.

El tablero político mundial está convulso. A diferencia del ajedrez, en el que juegan dos reyes, en este juego geopolítico de movimientos hay tres, los Estados Unidos de América, un país que está en caída libre; la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy la Rusia autocrática de Putin, y, por último, la China de Xi Jinping, heredero de los príncipes chinos.

Empezaremos por esta última gran potencia que pasó de Imperio Mongol a República democrática y de República maoísta a un país de dos sistemas. El imperio soviético heredero de los zares que colapsó en 1991 del siglo pasado y que un autócrata llamado Putin volvió a levantar siguiendo los pasos del zar Pedro el Grande. Por último, la primera república de los tiempos modernos que pasó de lo que pretendían los padres fundadores a una presidencia imperial.

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Los demás actores son secundarios y necesitarán un tiempo para cambiar su posición. Está situación nueva plantea la alternativa entre una desaparición física total de la humanidad o una transformación de la situación política de la especie. En la actualidad el proceso encierra una terrible amenaza; o adquirimos conciencia de que en realidad no se ha dado aún un primer paso que conduzca a la posibilidad de una paz duradera o estamos avocados a la tercera guerra mundial.

El objetivo de este artículo es tomar conocimiento de los hechos, tener una visión de la situación mundial. Cuando admiramos las proezas que los hombres han realizado, gracias a sus ingeniosos planes y a su capacidad y voluntad de trabajo, el hombre debería incorporar la ciencia y la técnica a otros objetivos que no sea la guerra. Necesitamos conocer la realidad para prepararnos frente a la eventualidad del futuro.

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