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Vivimos en tiempos inciertos. La crisis sanitaria generada por el virus Covid-19 ha socavado de manera inmisericorde los cimientos sobre los que se asentaba nuestra cotidiana existencia. De la noche a la mañana pasamos a quedar confinados en nuestros hogares, privados de nuestra libertad ... ambulatoria, sin poder relacionarnos directamente con amigos o familiares, con la actividad comercial de nuestras localidades paralizada casi por completo y sin saber qué ocurrirá con nuestros empleos y negocios. O, lo que es más importante, con miles de contagiados y fallecidos por una enfermedad causada por un patógeno que se ha revelado tremendamente contagioso y agresivo.
Muchas de aquellas cosas que creíamos seguras se han derrumbado como un castillo de naipes. Y no hay nada que desoriente más a los hombres que la pérdida de sus puntos de apoyo y la seguridad que estos le proporcionan.
Transitamos por una estación de nieblas y nos preguntamos desconcertados cómo es posible que hayamos llegado a esta situación o qué podemos esperar del futuro. Un futuro que intuimos puede ser distinto en muchos órdenes. Preguntas similares a estas, si bien en condiciones muy diferentes a las nuestras, asaltaron al prisionero 119.104, el psiquiatra judío Viktor Frankl, cuando cruzó las puertas del campo de exterminio de Auschwitz.
Fruto de las reflexiones de los cerca de tres años que duró su reclusión, Frankl publicaría en 1946 'El hombre en busca de sentido', un libro considerado por la Biblioteca del Congreso de Washington como uno de los diez libros de mayor influencia en Estados Unidos y que debería ser lectura obligatoria. Probablemente la principal de las enseñanzas que nos traslada el vienés en su libro es que el hombre, incluso en las peores circunstancias, es capaz de mantener su libertad de elección. «Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la libertad humana –la libre elección de la acción personal ante las circunstancias– para elegir el propio camino», escribe en uno de los pasajes de su libro.
Frankl nos enseña que la vida nos plantea preguntas cada día y que estas difieren en cada momento y en cada hombre, quien habrá de responderlas con el valor de una conducta recta y adecuada. También nos transmite la importancia de luchar, de convertir la terrible experiencia vital que estemos viviendo en una victoria, en un triunfo interior; de no perder la esperanza, ni la fe en el futuro, so pena de convertirnos en sujetos aniquilados física y mentalmente. Cuando se publiquen estas reflexiones llevaremos más de dos meses en estado de alarma y, aun cuando las medidas restrictivas de derechos se han ido suavizando, restará todavía mucho para que podamos acercarnos a lo que fue la normalidad en nuestras vidas.
Son innumerables las situaciones dramáticas que se están viviendo y se van a vivir en nuestros entornos los próximos tiempos, pero estoy convencido de que la actitud con la que los afrontemos tanto a nivel individual (en nuestras familias, negocios trabajos...) como colectivamente como sociedad, será clave para que podamos salir adelante en esta grave crisis porque como decía Stephen Covey, también bebiendo de Frankl, el más alto de los valores en la vida es el 'actitudinal', esto es el modo en el que respondemos ante ella.
Esta batalla que nos espera se librará en gran medida dentro de nosotros y en esa lucha interior conviene tener presentes las reflexiones de Frankl no perdiendo de vista en ningún momento aquello que da sentido a nuestras vidas. Como él mismo escribe, «un hombre que se vuelve consciente ante quien lo aguarda con todo su corazón o ante una obra por terminar, nunca será capaz de tirar su vida por la borda».
Ahora nos toca ejercer nuestra libertad individual, esa libertad íntima que nadie nos puede arrebatar de la que hablaba Frankl, para encontrar el camino de la recuperación y aprovechar para salir fortalecidos de esta situación. De nosotros depende, como decía Tolkien, lo que decidamos hacer con el tiempo que nos ha tocado vivir.
En esas difíciles elecciones diarias que nos esperan, nos ayudará seguir al universal e intemporal Marco Aurelio, quien nos recomienda tratar de conservar el carácter invariable, permanecer constantemente apegados a la filosofía, practicar el bien, ser generosos, no perder nunca las esperanzas y no dudar en lo más mínimo del afecto de los amigos.
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