Inteligencia artificial, tecnología y alimentos naturales
Los principios científicos y de investigación se han subvertido en busca de seguidores que desprecian lo tradicional y quieren la innovación como salvación
Estamos inmersos en un proceso temporo-espacial en el que lo más bueno y beneficioso para nuestro planeta es cuestionar los procedimientos tradicionales de producción ... de alimentos, nuestra historia alimentaria y la implantación de políticas científicas o pseudocientíficas en pro del medio ambiente y la humanidad (¿les suena la Agenda 2030?). Los principios científicos y de investigación se han subvertido en busca de seguidores que desprecian lo tradicional por malo y buscan la innovación como salvación.
Esta reflexión, más bien filosófica/moral, tiene un reflejo clarísimo en la actualidad y vamos a ver alguno.
Ahora mismo, la leche es un producto denostado y hasta perjudicial, según algunos grupos. Pues bien, la Universidad Rovira i Virgili, a través del grupo Iber en obesidad y nutrición, en asociación con el Word Cancer Research Fund/American Institute for Cancer Research, concluyen en varios estudios y trabajos científicos, que un consumo habitual de productos lácteos se asocia a la disminución del riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Otro alimento de moda y en franca expansión (en San Sebastián, una empresa brasileña va a montar la planta más grande de Europa) es la carne cultivada.
Para los que estamos entrados en años y hemos conocido la evolución de la producción de carne para consumo y ahora vemos una impresora formando un entrecot, es indescriptible la sensación de nulidad y fracaso ante un solo seguidor de este procedimiento.
Como decía al principio, antes que mejorar procedimientos de cría mediante investigación y desarrollo, es más común romper con el pasado y 'descubrir' nuevos procedimientos, menos crueles con los animales y más ecológicos. La crueldad está claro que se ha superado mediante las normas de bienestar animal amplias y eficaces. En cuanto a la ecología, qué vamos a decir de los beneficios del pastoreo de nuestros animales en el monte y en los bosques. Eso se llama eficiencia alimentaria y previsión de desgracias ambientales (incendios).
Bueno pues, en el caso de la especie cultivada, una universidad americana puntera en el ámbito alimentario y tecnológico, la Universidad de California, en Davis, con la colaboración de otras prestigiosas fundaciones, ha elaborado un trabajo intenso donde concluye que la carne de laboratorio puede superar en huella de carbono a la de la cría de vacuno, teniendo en cuenta los métodos actuales de producción.
Esto ha sido puesto en evidencia mediante una evaluación de la energía necesaria y los gases de efecto invernadero emitidos en todas las fases.
El crecimiento y multiplicación de las células que van a formar parte de esa carne cultivada requiere de sofisticados, refinados y purificados ingredientes farmacéuticos. Esto implica más recursos y más calentamiento global, definidos como los equivalentes de CO2 emitidos por cada kilo de carne producido. El resultado es de 4 a 25 veces superior a la media de la carne de vacuno.
Entre sus conclusiones, esta prestigiosa universidad dice que «la carne cultivada no es intrínsecamente mejor para el medio ambiente que la carne de vacuno convencional».
No me gustaría dejar al margen la hipocresía y falta de coherencia que suponen las denominaciones de la moda vegana, haciendo uso de nombres de productos cárnicos tradicionales para productos totalmente vegetales. Autoridades y representantes alimentarios de la UE (Copa-Cogeca, Daninsh Agriculture and Food Council, etc.) han publicado un documento aportando tres motivos para defender las denominaciones cárnicas e impulsar que los productos veganos utilicen nombres diferentes, en definitiva, limitar y aclarar la comercialización de imitaciones vegetales a fin de evitar la desinformación y equívocos en el consumidor.
Como corolario, y aprovechando que he sido abuelo de nuevo, resaltar la ciencia y los beneficios para la humanidad, de la fisiología y ciencias afines. Desde que en la década de los 50 se empezó seriamente la utilización de fórmulas para lactantes, todavía hoy no se ha encontrado el sustituto perfecto, o casi perfecto, de los calostros y la lactancia materna.
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