La ciudad de Murcia se encuentra ante una disyuntiva histórica: optar por un modelo de futuro, basado en las instrucciones fijadas por Europa, o decantarse ... por un modelo caduco que la condena a perseverar como un espacio urbano voraz, destructivo para con la salud y medio ambiente y descarrilado de las vías de la evolución sostenible. El Ayuntamiento ha apostado por la primera posibilidad; la plataforma Cierran mi barrio y la asociación de comerciantes del barrio del Carmen, por la segunda. A día de hoy, este distrito de Murcia se ha convertido en el principal escenario de disputa ideológica de la ciudad. Y entendamos el concepto de 'ideología' como algo más que una política de bloques o partidos: se trata de dirimir cuál es el modelo de movilidad y de convivencia ciudadana que los murcianos quieren darse en un nuevo contexto determinado intrínsecamente por el cambio climático. Sinceramente, el Plan de Movilidad Sostenible impulsado por el Ayuntamiento constituye la medida más valiente, necesaria y contemporánea que se haya llevado a efecto en la ciudad de Murcia durante las últimas décadas. Modernizar la ciudad no pasa esencialmente por intervenirla superficial y estéticamente, sino, ante todo y sobre todo, por transformar de manera profunda el modelo de movilidad imperante y tornarlo más accesible y democrático. Murcia jamás será una ciudad de futuro si constituye uno de los núcleos urbanos más incómodos y contaminados de España.

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Los argumentos que Cierran mi barrio y la asociación de comerciantes esgrimen para oponerse y sabotear el Plan de Movilidad son básicamente la pérdida de plazas de aparcamiento para los residentes, la mayor dificultad para circular en vehículos privados por el Carmen y la 'falsa peatonalización' que implica este proyecto, en la medida en que solo contribuye a la multiplicación de carriles para autobuses y bicicletas. Por el contrario, la asociación Bicibús El Carmen –integrada también por vecinos de este barrio, y no por alienígenas– no ha dudado en apoyar el plan de intervención del Ayuntamiento, bajo la perspectiva de que la caótica circulación de esta zona obliga a implementar soluciones que no pasen por disponer más espacio para el coche, sino por reducirlo en beneficio de las bicicletas y el transporte público. Esta disparidad de criterios pone de manifiesto que los que se muestran en contra y a favor del Plan de Movilidad lo hacen desde criterios e intereses divergentes. Y es aquí donde radica el problema. La plataforma Cierran mi barrio pretende pasar dicho proyecto por el filtro de una 'cultura del coche' que, en 2023, no solo es que resulte obsoleta, sino que es, además, el principal factor de destrucción de la ciudad. Plan de Movilidad Sostenible y 'cultura del coche' constituyen conceptos antagónicos e incompatibles entre sí. Por lo tanto: no es que los argumentos de Cierran mi barrio sean contrarios contra esta propuesta específica del Ayuntamiento, sino que lo serían contra cualquier proyecto de movilidad orientado a garantizar la sostenibilidad del Carmen.

En un informe redactado por Carmen Mataix González para la Obra Social de CajaMadrid, se comienza reconociendo a la idea de 'movilidad'como un derecho social de los ciudadanos. Pero –añade– «en las últimas décadas, como producto de la primacía del vehículo privado frente a otros medios de transporte y de la continua expansión urbana, que aleja cada vez más las zonas residenciales de los centros de trabajo, ocio, comercio, etc, el ejercicio de este derecho se ha convertido en el origen de muchos de los males endémicos que hoy sufren las ciudades, al tiempo que el modelo de movilidad instaurado es fuente de conflictos y desigualdades sociales». Los «males endémicos» que se han derivado de este obsoleto modelo de movilidad –todos ellos trasladables al barrio del Carmen– son perfectamente detallados por Mataix González: «Ruido, contaminación, alta incidencia de enfermedades con la concetración de contaminantes en el aire, atascos crónicos, pérdida de horas productivas y de ocio en ellos, con el estrés añadido que producen estas situaciones, despilfarro energético, dificultades de desplazamiento para personas con movilidad reducida, ancianos o, simplemente, no conductores». Estos son los efectos de esa 'cultura del coche' en la que pretende perseverar la plataforma Cierran mi barrio. En realidad, lo que subyace en esta idea de barrio y de ciudad que defiende la plataforma Cierran mi barrio es un modelo hegemónico de movilidad que privilegia aspectos como ser «varón, motorizado, con solvencia económica y plenamente capacitado física e intelectualmente».

Murcia jamás será una ciudad de futuro si constituye uno de los núcleos urbanos más incómodos y contaminados de España

Los condicionantes introducidos por la 'cultura de coche' se encuentran, en suma, en la impugnación que un grupo de vecinos realizan del Plan de Movilidad del Carmen. Todavía no somos conscientes de que los nuevos retos energéticos, medioambientales y de salud a los que se enfrenta la sociedad impiden la perduración del predicamento neoliberal según el cual «a mí no me va a decir nadie los coches que puedo tener por hogar». Los planes de movilidad impulsados por el Ayuntamiento de Murcia no son un capricho político, sino la única alternativa real de ciudad para el siglo XXI.

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