Bárbaros de Pitres

En el territorio que hoy conforma la provincia de Granada son los visigodos y los alanos los que sustituyen al denostado gobierno romano. Siglos más tarde, los musulmanes expulsan a los bárbaros, pero un pequeño reducto cercano al centenar logra seguir viviendo oculto en las cuevas y bosques de la Alpujarra, en una zona conocida como Taha de Pitres, y desde entonces llamada tierra de bárbaros.

Año del Señor de 1905. Natalio Rivas Santiago, liberal del partido de Sagasta, y diputado a Cortes por el distrito de Albuñol, se acerca a Pitres para dar un mitin y recabar apoyos para su partido, que anda a la baja en las encuestas. En la plaza del pueblo comienza su discurso: «¡Bárbaros de Pitres! ¿Qué queréis?». «¡Puerto de mar!», responden en broma los vecinos. El político, tras reflexionar un instante en tal imposible, contesta decidido: «¡Concedío lo tenéis!». Desde entonces, los 'bárbaros' de Pitres disfrutan de su 'puerto' a 1.200 metros de altitud en las faldas de Sierra Nevada y hermanado con el de Motril desde hace varios lustros, aunque le falte el agua y todo lo demás, de 'La sardina resucitá', su cofradía de pescadores, y de un áncora con la que mantienen firme en la plaza de Armas la barca cedida por Machín, un pescador de La Rábita.

Dicho y hecho, así funcionaban las cosas antaño. Hogaño, los políticos tratan de camelarnos con promesas, les importa una higa lo que queremos y necesitamos, y pretenden deslumbrarnos con el catálogo de todas las cosas buenas que gracias a ellos disfrutamos. Pero lo que no quieren, o no se atreven a formular como aquel Rivas, es la pregunta esperada: «Españoles, murcianos, ¿qué queréis?». Y se equivocan porque por mucha propaganda que quieran colarnos, por mucho que sus voceros se desgañiten alabando la gestión del líder, pierden el tiempo y malgastan nuestros dineros, porque si nos preguntaran por nuestras querencias y nuestros deseos, además de ilustrarse debidamente, podrían ponerse las pilas y trabajar en lo que nos interesa a todos aquellos que no solo los votamos sino que también los mantenemos a nuestra costa con sus buenos sueldos, sus sustanciosas dietas, sus asesores, sus mamandurrias y sus pensiones de futuro. Pero tal vez teman que, formulando la pregunta clave, la gran mayoría respondiéramos que lo que queremos es que se vayan y nos dejen en paz. No caerá esa breva: esta pesadilla, por lo que se ve, durará algunos meses más, ojalá que no muchos.

Nuestros dineros, que tanto nos cuesta ganar y que con este sombrío panorama tan poco nos cuesta perder, los están empleando, sin ningún tipo de regomello, para lucimiento del lindo don Sánchez y su perpetuidad en el poder. La Cumbre de la OTAN ha tenido luces al conseguir mostrar a muchos dirigentes mundiales el brillo de nuestra cultura y de nuestra institución monárquica, pero también sombras por el descaro con que han intentado utilizarla a mayor gloria del acabado presidente; algún ministro se ha atrevido a equiparar el evento con la caída del Muro de Berlín y los exégetas de turno no han parado de lanzar pétalos al paso del Gran Capitán, nuestro Conductor, nuestro Caudillo al que no pueden otorgar el calificativo de invicto porque de un tiempo a esta parte va de derrota en derrota. Pero además de costarnos el evento un ojo de la cara y parte del otro, el lindo don Sánchez se ha comprometido, sin contar con nadie, a doblar la contribución a la Alianza y permitir a los americanos disponer de más fuerza armada en nuestros puertos. Y todo ello sin contrapartida alguna porque si el 'moro' decide atacar Ceuta y Melilla, los demás, después de pensárselo, ya verán qué hacen. Vaya éxito del 'pagafantas'.

Sueño que asisto a una comparecencia del derrotado presidente en la que, imitando a don Natalio, nos pregunta: «Bárbaros españoles, ¿qué queréis?». Mi más que pensada respuesta: «Que te vayas al carajo y dejes de molestar», dicho lo del carajo en estrictos términos de parla marinera.