Los enemigos de la Monarquía, en su empeño por distraer la atención de los problemas que no saben resolver, no cejan en la campaña para desprestigiar y desacreditar al Rey. Como Felipe VI no da motivo alguno para criticar su trayectoria ni su gestión impecable ... como jefe del Estado, buscan cualquier pequeño detalle o incidente familiar para cargar contra su imagen y de paso intentar demostrar que los problemas de nuestro país, que son muchos, se arreglarían con una república.
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Como si los presidentes elegidos en votación libre por los ciudadanos fuesen garantía de que no pueden cometer errores y ejercer el cargo para hacer disparates: ahí tenemos el reciente recuerdo de Donald Trump. La monarquía en España no es ya una aventura política: llevamos con ella cuatro décadas que son en las que España ha prosperado más rápido y la sociedad española mejoró los estándares de vida.
Naturalmente que tener ideas republicanas es legal, lo mismo que propagarlas cuando se hace con corrección y buenas intenciones. No es en la mayor parte de los casos lo que ocurre ahora. En el abanico político español existen varios partidos, en buena parte insignificantes, que aprovechan la demagogia de las maravillas republicanas para conseguir otros objetivos como son la independencia de algunos territorios o cambiar la Constitución, para desestabilizar a la sociedad a través de sistemas ya fracasados reiteradamente.
No deja de ser significativo que quienes trabajan desde la política con el fin de imponernos sistemas tan obsoletos como los que rigen en Cuba o Venezuela intenten empezar por derrocar una monarquía que es en la práctica la mejor garantía que existe para que sus ideas anacrónicas no triunfen y el país pueda seguir manteniendo su normalidad democrática y las estructuras administrativas que más se adaptan a los tiempos que corren.
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En medio de la confusión política que estamos sufriendo, lo único que mantiene la dignidad y la normalidad institucional es la Monarquía. Las señales que se están recibiendo avisan de que el Rey es el objetivo de cuantos intentan poner patas arriba el sistema. Por eso es necesario que reciba el apoyo de cuantos creemos que es la mejor opción. Ante las amenazas bordes y malintencionadas que intentan empañar su imagen sin ningún argumento sólido, se impone arroparle con la convicción de que las alternativas no resolverían ningún problema: solamente agravarían algunos de los que ya existen.
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