En el otoño del 421 a. C., en el transcurso de las fiestas dedicadas a Dioniso, Aristófanes presentó ante los atenienses su comedia 'Paz'. La guerra entre Atenas y Esparta, iniciada en el 431, se había recrudecido al atacar Esparta las ciudades de las rutas ... marítimas que aseguraban el abastecimiento de Atenas y su comercio. Tras la muerte de los líderes belicistas de ambas potencias, hubo unas negociaciones, que Atenas dudaba en extender a todas las ciudades de su imperio naval. Aristófanes quiso apoyar esa paz con la representación de dicha obra. En ella los dioses, hartos ya de tanta guerra entre los hombres, han abandonado su morada, y ahora es Guerra, la soberana del cielo, quien tiene prisionera a la diosa Paz en una caverna. Un campesino del Ática, Trigeo, 'Viñador', prepara un escarabajo pelotero gigantesco para volar hasta el cielo a rescatar a Paz, lo que consigue, no sin problemas, con la ayuda de los labradores del Ática.

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Pero la guerra seguía, y la situación en Atenas era cada vez más insoportable. Aristófanes opta por la utopía, y, así, en el 414 a. C. representa las 'Aves', obra en la que sus protagonistas, dos atenienses, deciden escapar de su ciudad y fundar otra en el aire, en el mundo de las aves, en Cucolandia de las Nubes. La utopía cómica se acentúa, y la huida de la realidad ateniense, cada vez más dura y desastrosa, se concreta en otras dos comedias geniales, la 'Lisístrata' y las 'Asambleístas'. En el 411 a. C. la brava Lisístrata, 'Disuelve-ejércitos', heroína de la pieza homónima, propone un plan para salvar a toda Grecia: consigue un acuerdo de las mujeres de todos los bandos para lograr una abstención sexual ante sus maridos como modo de presionarlos para que pongan fin a la guerra. Al mismo tiempo, las mujeres mayores ocupan la Acrópolis y se apoderan del tesoro de la ciudad para que los hombres gasten el dinero en cosas más útiles. La situación es dura para ambas partes, hombres y mujeres, y da lugar a sabrosísimas escenas, pero, al final, un heraldo de Esparta llega para pedir la paz, que es festejada por las mujeres de la Acrópolis.

La guerra contra Esparta no acabaría hasta el año 404 a. C. La derrota militar y material de Atenas fue total, y un régimen de terror se instauró en la ciudad, sumida en un caos político sin precedentes. Así, en las 'Asambleístas', comedia estrenada en el año 392, Aristófanes da un paso más: las mujeres se confabulan para tomar las riendas del poder, ya sin contar con los hombres para nada: Praxágora, 'La que gestiona en la Asamblea', y sus conjuradas, apoderándose de los mantos de sus maridos y con barbas postizas, al rayar el alba toman la Asamblea, y decretan que se les confíe la dirección de todos los asuntos: el Estado se hará cargo de todo, y la igualdad ante la ley será tan radical que los derechos sexuales empezarán a ejecutarse a partir de las viejas y feas, que serán las primeras en ser satisfechas en sus necesidades, ante el horror de los jóvenes.

Aristófanes, el más antiguo y más genial autor de comedias, propone ante la guerra y sus desastres dos tipos de reacciones pacifistas, unas 'genéricas', la risa apotropaica y la utopía, y otras 'específicas': volar hasta el cielo para liberar a Paz, exiliarse a su vez en otro país aéreo, promover una huelga de sexo por parte de las mujeres, o, finalmente, entregar el poder a las mujeres, lo único que aún no se había probado en esa ciudad tan amante de novedades. De las cuatro propuestas, las dos primeras son protagonizadas por hombres, las restantes por mujeres. ¿Es alguna de esas cuatro propuestas factible en el mundo actual? La respuesta parece evidente: la cuarta. Son las mujeres, hartas de la violencia de los machos y de su preponderancia, hartas ya de parir hijos para la guerra, hartas de ser más 'invitadas' que protagonistas, las que deben liderar el cambio. Urge crear una nueva Humanidad. Es preciso un entrenamiento para la paz. Es fundamental una educación para la solidaridad, la justicia y el amor al prójimo, sea este cercano o lejano. Habrá que buscar a los mejores filósofos, a los mejores sociólogos, a los más expertos conocedores de la mente humana, a los más honrados políticos, y, sobre todo, a las mejores personas, sin importar sexo o nacionalidad. Habrá que unir capacidades y diversidades. Y parece que son las mujeres las que poseen más facilidad para todas esas facetas y, por tanto, las que pueden gestionar el cambio. Si no buscamos la Utopía, nos quedamos con la Guerra.

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