Si no fuese atroz, si no tuviesen a sus respectivos pueblos sojuzgados, a veces hambrientos, y contra la pared, si no fuese por todo eso y por mucho más, diríamos que la extraña pareja compuesta por Milei en Argentina y Maduro en Venezuela ha venido ... para divertirnos y para que pasemos veladas entre risas, cuando no entre carcajadas. Búrlese usted de los grandes monologuistas o humoristas más acreditados: al lado de estos cabezas rotas no tienen nada que hacer.

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Son, evidentemente, dos locos de atar. Y ya digo, serían un regalo para nuestros sentidos si se dedicaran profesionalmente al espectáculo, pero, claro, presiden dos Estados tan importantes como los de Argentina y Venezuela. ¿Y cómo dirigen a esas naciones? Veamos: el venezolano tiene como médium a un pajarito –no sabemos si gorrión o ruiseñor– que lo pone en contacto con el difunto Chávez, quien a su vez, desde el cielo, le transmite las directrices de gobierno. O sea, como Dios a Moisés en la montaña.

Repasemos ahora un poco la labor de gobierno de Milei, el de las patillas demodé. Este, para tomar decisiones de altura gubernamental habla con su perro muerto, quien le asesora y alecciona con severas órdenes. Desconocemos cuáles son esas directrices reveladas por su difunto can, lo que sí sabemos es que este ridículo personaje las aplica a la gente a ladridos, cuando no a bocados. ¿Para qué hacen falta economistas o expertos en nada? Cabría recordar el aviso en algunas casas de la vieja Roma: 'Cave canem', que significa 'cuidado con el perro'. Pues eso, mucho cuidado con el perro de la Casa Rosada.

Lo curioso de esta pareja es que se sitúan en extremos opuestos del arco ideológico, se llevan a matar entre ellos; eso, claro, si podemos llamar ideología a lo que adorna sus seseras. Sí, a Milei se le sitúa en la extrema derecha, pero más bien es un esotérico enloquecido. Y a Maduro se le sitúa en la izquierda, aunque yo me niego a depositarlo en izquierda alguna. Más bien es un dictadorzuelo con bigote que ahora hasta protagoniza un cómic en el que es 'Superbigote'.

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Mientras tanto, el padre espiritual de todo esto, Trump, dice que los emigrantes latinos (tal vez argentinos o venezolanos) se comen las mascotas de los vecinos. Que lleven cuidado Milei y Maduro, no se vayan a comer también a su perro y a su pajarito y se queden sin asesores y sin Gobierno.

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