La mala conciencia se lava con postureo. Los domingos a la mani, sea por la paz: «queremos la paz», dicen, y Putin, como ha visto todo el mundo, se asusta y se retira a sus aposentos con sus tropas. Al menos los gaditanos del siglo ... XIX lo decían con gracia: «Donde el gran Napoleón no pudo...», o «con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones» Pero las 'manis' no solo son por la paz, pueden ser en defensa de los mares o de los perros callejeros, o por cualquier otra causa noble. Lo importante es haber asistido a la manifestación como el católico se confesaba y se sentía limpio toda la semana. Después, tras la manifestación, aperitivo reconfortado con marineras y con el deber cumplido, y entonces sí, no como Putin, de vuelta a sus cómodos aposentos.

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Es la burguesía bienpensante, progre. No es que la burguesía no pueda reaccionar ante el devenir social, al contrario: no hay históricamente ninguna gran revolución en Occidente, desde el siglo XVIII, que no haya sido hecha por la burguesía, especialmente contra los abusos de las antiguas monarquías absolutas. Pero una vez la burguesía convertida en 'establishment', o en casta, que decía cuando entonces Pablo Iglesias, siempre ha habido burgueses ilustrados, concienciados, cultos, que, más o menos desclasados, han apoyado causas sociales de todo tipo, de forma honrada y convencida.

Y luego están los del postureo progre: lo mismo da si hay que encender el mechero en un recital (ahora sería el móvil) mientras se canta 'Al alba', o cualquier otra bonita canción, que manifestarse por la tala de un árbol o por el cierre de un local más o menos antiguo que quieren que la Administración mantenga abierto. Lo importante es estar allí, en la 'mani', encantados de verse o de conocerse, unidos por una buena causa moral. Pero la justicia nunca llega. Cuando la 'mani' se disipe los perdedores seguirán siendo perdedores, los parados, parados, y los desahuciados de algún tipo, desahuciados. Pero ellos y ellas, los del postureo, regresarán a sus cómodas rutinas con la conciencia del deber cumplido, y aún comentarán durante la semana el 'vero successo'. «¿Fuiste a la 'mani'? No te vi. Fue un éxito». Y tan felices.

Quizás lo de la justicia sea una leyenda urbana disuelta en el interior de la manifestación, o un señuelo para que nadie cambie, para que todo siga igual. «Hágase la luz», dice el de la pancarta. Y se funde la bombilla.

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