Llega a la Universidad de Murcia el ciclo dialógico 'Literatura y periodismo', debates entre periodistas que escriben o al revés, y, supongo, sobre las influencias y débitos mutuos. Debería comenzar este mismo lunes, con una primera sesión en la que deberíamos participar el gran poeta ... y periodista Antonio Lucas y yo mismo. Por desgracia, esta sesión se ha suspendido por razones personales. Las demás siguen en pie. La próxima sesión será el día 28 con Manuel Madrid y Nuria Barrios. Para no perdérsela.
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El movimiento de los llamados periodistas gonzo, en los años setenta, y poco antes, en los sesenta, el llamado nuevo periodismo en EE UU, consideraba que el esquema de pirámide invertida que entonces era ley (lo más importante de la noticia arriba y lo más anecdótico debajo), no garantizaba la siempre ilusoria objetividad absoluta, más bien al contrario.
Lo que la prensa anglosajona tuvo siempre fue una especie de superstición del procedimiento, como lo llamo yo: si un periodista consultaba tal y tal fuente (generalmente, fuentes institucionales) lo que surgía de allí tenía que ser necesariamente la verdad, aunque lo que en realidad surgía era una verdad parcial, sesgada o interesada.
El nuevo periodismo de los años sesenta, y especialmente el de los gonzo, pensaba que informar de esa manera no era objetividad, sino, como mucho, neutralidad injusta: no se puede tratar de la misma manera a la víctima y al verdugo. Es decir, se propusieron hacer saltar por los aires el aburrido esquema de pirámide invertida y, frente al sagrado deber de no introducir nunca en la información la opinión propia o el yo del periodista, decidieron incluir la propia emoción o la subjetividad, hasta el punto de influir en la noticia, fulminando así el falso mito de la objetividad absoluta. Y decidieron también dar voz a los alrededores del hasta entonces núcleo de la noticia.
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Aquellos movimientos desaparecieron como tales, pero dejaron sus secuelas y, desde entonces, el periodismo no ha sido el mismo. Por ejemplo, se ha enriquecido gramatical, intelectual y moralmente con el lenguaje literario, narrativo y hasta poético (que no es lo mismo que la cursilería que a veces se emplea). Hay un límite: la noticia debe decir alguna forma de verdad, mientras que la literatura puede dar rienda suelta a la ficción. Por lo demás, la literatura viene a enriquecer al periodismo y, a veces, también al contrario, como ocurría con los novelistas de aquellos años, al estilo de 'A sangre fría', de Truman Capote.
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