Es típico y tópico desearnos en estos días lo mejor, resumido en estos tres contenidos: salud, paz y amor. La gente tiene cierto pudor en mezclar tan nobles deseos (salud, paz y amor) con lo puramente material, así que reserva la segunda parte de la ... frase para después, al llegar el nuevo año: «Y próspero año nuevo». Bien, dejemos los deseos de amor y de salud aparte, al fin y al cabo la salud y el amor apelan a lo individual, a cada uno de nosotros, y cada cual hace lo que puede.

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Centrémonos entonces en la paz. Se pide paz dentro del repertorio de los buenos deseos de estos días, deseos rutinarios o bienintencionados. Sin embargo, preguntémonos: ¿cuándo hubo alguna vez paz en toda la historia de la humanidad? Díganme un solo segundo de esa historia milenaria en el que no hubo guerras o conflictos en algún lugar del planeta.

Ya a finales del siglo XVIII el filósofo alemán Immanuel Kant escribió su ensayo Sobre la paz perpetua. Kant creía en esa paz eterna entre estados diferentes, en primer lugar en Europa, pero también en el resto del mundo. Es más, pensaba que ese objetivo de la paz era el destino final e inexorable en todas partes. Hacía para ello una serie de propuestas y asentaba las condiciones para un diálogo destinado a conseguir esa ansiada paz. Pero, claro, dialogar con alguien que sabe de antemano que no le interesa esa paz es como pedir a un tonto que no diga tonterías en su argumentación.

Kant, claro, estaba embebido por su optimismo ilustrado, por el Gran Relatzo de la Modernidad, eran esos tiempos, pero lo cierto es que más de dos siglos después de la publicación de aquel ensayo ha habido miles y miles de guerras en todo el planeta. Dígale usted hoy, por ejemplo, a Putin o a Netanyahu que laboren por la paz desde la perspectiva de la razón práctica –la ética para Kant, la filosofía moral–. Como que no.

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Como aquel sueño de Platón de que los filósofos fueran los gobernantes de la República fracasó, Kant pedia a los políticos de su época que al menos escucharan las opiniones de los filósofos. ¿Se imaginan a Sánchez, a Feijóo o a la señora Ayuso consultando a los pensadores?

Sí, pidamos la paz, pero como dicen que decía aquel obispo: «Vale, sacamos a la virgen de la Fuensanta en procesión para que llueva, pero el tiempo no está de llover». Amén.

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