Me sorprendo viendo continuamente la lucha por las medallas en las Olimpiadas. De La 1 a La 2, de La Dos al Teledeporte. Y me sorprendo viendo deportes que no sabía ni que existían. Me sorprende descubrir que el ser humano es tan deportista. Compite ... por cualquier cosa. Pero me sorprendo más al descubrir que me fascino y hasta que se me inflama el espíritu patrio. Veo a las mujeres jugando al voleibol playa con su bañador de dos piezas, y parece que le han quitado el sitio al voleibol clásico, y ello en París, una ciudad en la que no hay playas marítimas, que yo sepa, a no ser que el cambio climático haya arrastrado hasta allí la mar salada.
Publicidad
Sin embargo he de reconocer que el deporte que más me deja anonadado es ese en el que tenemos a una súpercampeona que es de Huelva (que no solo hay cantaoras de fandangos en Huelva). Carolina Marín se llama. Es una chica de rostro severo, de escasa sonrisa, yo creo que de esa manera es como comienza a impresionar y a vencer a las rivales, en fin, todo lo contrario que nuestro genial Carlitos Alcaraz, que no deja de mostrar dentadura.
A esta chica, Carolina Marín, ya la descubrí hace ocho años, cuando ganó una medalla de oro en otras olimpiadas. En realidad ha ganado todo lo que hay para ganar, pero nunca aprendí el nombre de ese deporte. Ahora tampoco (una mezcla de tenis y pádel, pero con palomitas de papel a la que se golpea sin piedad), pero para eso está Google: bádminton se llama. Al principio la cosa está entre un juego de playa de niños molestos y una guerra –también de niños– con bolitas de papel. El narrador de la tele se enardece, como si fuese la final de Roland Garros entre Alcaraz y Djokovic, las chicas sudan, se miran desafiantes.
Vi el último partido, difícil, apretado hasta el final. La contrincante, estadounidense de origen oriental era todavía más impávida e inexpresiva que Carolina, en eso no se iba a dejar ganar, daba un poco de miedo. Y yo allí, sufriendo ante la tele, no hay nada tan patriótico como las Olimpiadas, solo me faltó cantar el 'Viva España' de Manolo Escobar y el 'a por ellos', en este caso 'a por ella', pobrecita. Al final Carolina sonrió, las Plimpiadas hacen milagros: París bien vale una sonrisa.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.