He vivido recientemente dos experiencias magníficas relacionadas con la poesía. Una, hace unos días, el pasado sábado concretamente: en la zona de Joven Futura, en Murcia, barrio con nombres de poetas en sus calles, se colocó en una nueva calle una placa con el nombre ... de la gran poeta cartagenera Josefina Soria. Allí, invitados por su hija, la también gran escritora Marisa López Soria, un grupo de amigos leímos poemas de Josefina, evocándola y celebrándola. Josefina Soria es una de las grandes poetas contemporáneas, no solo en la Región, sino en toda España.

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La otra experiencia, de la que quiero hablar ahora, tiene que ver con el Museo Ramón Gaya y con el propio pintor, quien, por cierto, fue también un excelente poeta, aunque con obra breve en esa disciplina. Con motivo del pasado Día de la Poesía, el museo ideó un proyecto en el que se dan la mano la voz poética y la tecnología. A través de un código QR, puede escucharse la voz de Ramón y también poemas dedicados a él, leídos por una serie de escritores que lo conocieron, que fueron sus amigos y que en algún momento escribieron versos dedicados a él.

Como digo, la experiencia fue inaugurada con motivo del Día de la Poesía, pero las voces poéticas dedicadas al creador murciano permanecerán sonoras durante bastante tiempo, hasta donde yo sé. La idea me parece preciosa. Son los poetas, los que todavía viven, quienes han leído y grabado su propio poema. Así, se puede escuchar la voz de Eloy Sánchez Rosillo, Soren Peñalver, José Rubio, Andrés Trapiello, Juan Manuel Bonet, José Mateos, Beatriz Miralles o yo mismo, entre otros. En algunos casos, el poema es leído por otra persona. Por ejemplo, un poema de Gil-Albert, hace tiempo desaparecido, es leído por Manuel Madrid. Es también el caso de coetáneos de Ramón que escribieron sobre él, como Cernuda, Rosa Chacel o Tomás Segovia.

El proyecto ha sido impulsado en colaboración con la ONCE, creándose así una biblioteca sonora que acerca la poesía a personas ciegas o con limitada capacidad visual. Además de que el propio Gaya fue poeta, el museo siempre ha acogido ciclos de poesía, presentación de libros de poemas, etcétera. La poesía es la palabra esencial, primigenia. Así lo creía Walter Benjamin, que imaginó una primera lengua humana muy poética, onomatopéyica, muy cercana a los sonidos de la naturaleza. Una idea, pues, formidable, acogedora y hospitalaria, como siempre ha sido este museo.

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