Uno se va convirtiendo en un mirón según pasan los años. Se dirá que eso ocurre porque ya no puedo hacer otra cosa, lo cual seguramente es cierto, pero no es esa la razón principal. En realidad durante años, en las clases, he tenido delante ... de mis ojos a decenas de gente joven varias veces a la semana, como en otras actividades de mi vida. Pero en esos otros momentos nunca he actuado como un mirón y sí como un observador. Ser un mirón es cosa distinta a ser un observador.
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Cuando uno observa lo hace hacia la sociedad en su conjunto, aunque sea a partir de observar a personas individuales. Y cuando uno observa, analiza, juzga, tal vez en ocasiones se indigna, otras se alegra de haber nacido –al contrario que Cioran–. Pero, en resumen, la observación es un ejercicio activo. En cambio, el acto de 'voyeurismo' –acto erótico por excelencia pero que no tiene nada que ver con lo sexual, salvo que se trate de una parafilia–, la actividad de mirar, decía, es amorfa, es dejar pasar ante tus ojos el mundo, su belleza, pero ya sin juzgar, sin analizar nada, únicamente atestiguando que la realidad existe, y que uno, privilegiadamente, desde cualquier atalaya ciudadana, la mira pasar y se siente bien estando en mitad de ella.
Ese privilegio tiene más que ver con la gracia y con los dones. El don –como un regalo sin interés– es aquello que se da o que es recibido gratuitamente, porque sí. Uno, entonces, queda ya liberado de juzgar y de observar, uno solo mira, permanece agraciado, como aquel Niño de Vallecas de Velázquez que tanto conmovía a Ramón Gaya. Venía a decir Gaya que este niño, como los enanos o bufones que miraba Velázquez, estaban ahí pintados sin ser juzgados, solo porque eran parte del mundo y de la realidad, incluso de su belleza.
Así que yo miro. Uno no tiene ya el cuerpo del amor, pero sí el de la amistad, que puede ser un amor más persistente y noble que el otro. Y miro como un acto de puro gozo, sin la perturbación del juicio o del análisis. Incluso miro pasar a la juventud, pero no solo a ella. Todo es belleza, así que no hay nostalgia, si acaso, a ratos breves, melancolía. El resto es alegría de estar vivo. Y con eso es suficiente. Miro, luego existo, nada más.
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