Que el flamenco es desde hace tiempo un arte universal, una música admirada y respetada en todo el mundo (a veces más que en España) ... es evidente. Se celebran festivales en las principales ciudades del planeta: en Nueva York, en Londres, en París, y no digamos nada en Japón, en todo Japón, pero todo ello ya no sorprende. Sin embargo, sigue habiendo cosas sorprendentes, insólitas. Jafelin Helten, de origen venezolano, pero que vive en el norte de Canadá casada con un canadiense (por cierto, un gran señor, educadísimo y amable), Jafelin, decía, es un caso extraño, pero maravilloso.
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Esta mujer, siendo una niña, vio en su Venezuela natal una película protagonizada por Manolo Caracol y Lola Flores. Y aquello, que no sabía lo que era, la impresionó y casi sin saberlo la enganchó para toda la vida. Ya en Canadá comenzó a iniciarse en el flamenco, primero en el baile, en alguna academia que existía allí, después en el cante. Un día decidió venir a Jerez con su marido, que pensaba que estaba un poco 'loca'. Y allí, por casualidad, en una taberna, conoció al Salmonete y al Zambo, casi nada.
Un día, mientras seguía aprendiendo flamenco, viajó a Sevilla para conocer al crítico flamenco Manolo Bohórquez y proponerle lanzar una aventura que acabó convirtiéndose en la revista digital 'Expoflamenco', una revista de la que es propietaria, y que hoy es una de las más importantes revistas del mundo en su género, publicada simultáneamente en varios idiomas, incluido el japonés, con miles de visitas diarias. Con ella quiere dar a conocer más y mejor el flamenco en todo el mundo.
Pues bien, Jafelin participó hace unos días en la 32 Cumbre Flamenca Murcia. Primero habló de la revista y de su encuentro con el flamenco, cómo la transformó y cambió su vida, y lo hizo con gran lucidez, explicando maravillosamente qué significa el flamenco. Después, ya como cantaora, con el nombre de Niña de Bolívar, cantó, y cantó bien, para entusiasmo de un público que llenó el salón del museo Ramón Gaya, donde el día anterior el cartagenero Antonio Ayala 'El Rampa' había cantado los poemas de Luis Cernuda y de otros, como el propio Gaya o Soren Peñalver.
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Díganme si esto no es un misterio, un extraño milagro que a veces produce el flamenco, y quizás sólo el flamenco.
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