Hace unos días se celebró una reunión, congreso, convención o lo que sea (algunos lo han llamado aquelarre) en el Senado, y nada menos que en una de sus salas nobles, sobre no sé qué, no soy capaz de resumir sobre qué iba aquello. Pero ... allí, según he ido viendo en los medios, que es por donde yo me informo, (yo no me 'informo' en las redes) allí, se juntaron esotéricos, católicos empedernidos, homófobos, racistas, defensores y una defensora de la pena de muerte para los homosexuales, un señor de Vox, seguidores de Trump y de Milei, histriónicos del creacionismo, y, en fin, otros que no me sé: una joya de reunión a la que tienen derecho, faltaría más, pero que no sé qué pintaban en uno de los templos de la democracia española.
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Pero a lo que voy: el antiguo y destacado miembro del PP, Mayor Oreja, lanzó en la citada reunión un encendido discurso sobre creacionismo versus teoría de la evolución. Naturalmente, él va de creacionista, es decir, que Dios creó a Adán y después, con una costilla de ese primer hombre creó a Eva. Y dijo que ya hay muchos científicos que defienden lo del creacionismo, que ya es creer. No sé de donde saca Mayor Oreja esa estadística. Y apuntilló: nosotros defendemos la verdad frente a ese relato de la evolución, frente a esa «moda». O sea, que la tierra es redonda no es una certeza científica, sino una moda, un relato, como Simbad el Marino o como la invasión de los marcianos, o sea.
Popper dejó escrito que lo propio de la ciencia es la falsabilidad, es decir, que una teoría puede ser sometida a pruebas que la refuten. Por ejemplo: Galileo investigó científicamente, pero sus afirmaciones fueron en parte falsadas por teorías posteriores. En cambio la 'verdad' religiosa, al ser una creencia, es irrefutable: si uno cree en el misterio de la Santísima Trinidad, por ejemplo, no debe someterse a pruebas. Es una verdad absoluta, revelada, y punto. Quienes creen en esos relatos religiosos están en su total derecho de hacerlo, hay que respetarlos absolutamente, siempre que respeten a quienes no creen en su relato.
Las verdades religiosas son absolutas, inamovibles, eternas. Son verdades irrefutables. Pero hay que saber, según la modesta verdad científica, en la que creo, que si algo es irrefutable es que es falso. Las verdaderas verdades son siempre revisables, falsables.
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