Donde los demás ponen costumbre yo pongo perplejidad, curiosidad, sorpresa. Estoy evocando a Borges, que pronunciaba palabras parecidas. Y creo que viene a cuento porque en estos tiempos de velocidad sin cuento y sin sentido, con poco reposo para asimilar emociones o para detectar la ... excelencia en los demás, en las cosas en general, en estos tiempos, digo, hasta el arte se consume con la misma premura con la que consumimos la moda textil, una forma de camisa o pantalón, o nos cansamos de repetir una comida. Todo es vendible y pasajero. Seguramente siempre fue así, hasta el gusto, el buen gusto (porque sobre gusto sí hay mucho escrito) es efímero. Pero también es verdad que ahora nos cansamos antes de todo y, como los niños, en esta época de 'adolescencia' eterna, abandonamos antes las cosas, como juguetes rotos.
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Aquel restaurante al que íbamos mucho ahora nos cansa. Pero también aquel artista que nos gustaba ahora nos aburre: si cambia sus maneras, decimos que ya no es el mismo, que ya no es lo que era; pero si sigue haciendo lo mismo decimos que es lo de siempre, que no cambia. Previsible. Pero previsible el artista y previsible la queja del que se queja de lo previsible del artista. Disculpen el juego de palabras.
Digo todo esto a propósito de la actuación de Farruquito (¡el gran Farruquito!) el pasado viernes en el Festival Internacional de Lo Ferro. He pasado unos días maravillosos en Lo Ferro. Bueno, en realidad en Los Alcázares, desde donde me desplazaba cada día al festival o a algunas de las muchas actividades paralelas: presentaciones, conferencias, debates... He tenido tiempo de evocar el mar de mi infancia, entonces junto a mis padres. El pueblo está estupendo, muy cambiado, pero allí sigue el balneario de San Antonio, ahora restaurante de pescado frecuentado por extranjeros. Y allí sigue el viejo balneario de 1904 con sus aguas termales y curativas.
Y sí, seguramente no fue fue la mejor actuación de Farruquito, pero tampoco la peor. Es difícil actuar en este marco, después de tres horas de concurso, con la gente bulliciosa de este tipo de actuaciones: un gitano que es leyenda, y con la gente cansada que comienza a irse. Pero, Farruquito, ¡qué grande eres! Y el Festival de Lo Ferro, cómo crece, cómo enriquece su oferta. Pero ya sé, son tiempos de aburrimiento. La gente se aburre con la misma tapa, la misma camisa, el mismo arte. Mejor, a más tocamos, que decía mi tío Chano Lobato.
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