A vueltas con el enchufe, del que siempre se dijo que era un deporte español. También se creía que eso eran cosas del franquismo, de ... dictaduras, pero qué va. Ahora, sin ir más lejos, hay un sonoro caso de posible enchufismo que ha llegado a los tribunales, el del hermano del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Dejemos al margen algunos ramales del caso que han quedado en nada, que eran falsos, como que acumulaba una fortuna.
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Tampoco Pedro era presidente cuando su hermano accedió a la plaza, ni siquiera secretario general del PSOE, lo acababan de echar, creo. Pero quizás –no lo sé– en Badajoz eran partidarios de Sánchez, o su hermano músico tenía buenas amistades en la Diputación, tampoco lo sé. Sí, es posible que la plaza se creará 'ad oc', para él. Pero, claro, si otras manos limpias, de signo contrario, apuntaran sobre otros, o si se buscara retrospectivamente el enchufismo en la Administración española, los jueces no darían abasto, no tendrían tiempo para hacer otra cosa. Y si se pusiera el foco en todos los que en estas décadas caen bajo la sombra del enchufismo, y todos dimitieran y dejaran su puesto, como ha hecho el hermano del Presidente, todas las administraciones españolas quedarían medio paralizadas por falta de personal.
Remontémonos, por ejemplo, a los años ochenta en nuestra región. En esa época el PSOE reinaba y arrasaba. La entonces Alianza Popular no era rival. Los socialistas, a falta de enemigo externo, se entretenían en luchas internas: que si echamos o no a Hernández Ros, que si los 'enanos', que si los 'garridistas' caben todos en un taxi. Y en esa época surgía algo nuevo aquí: la figura del animador cultural. Yo recuerdo que los jóvenes militantes socialistas, o los arrimados, entraban en esos puestos en ayuntamientos o Consejería de Cultura. Sí, al cabo de un tiempo se les preparaba una 'oposición'. Se pedía, por ejemplo, experiencia en el puesto, y claro, solo él o ella tenían esa experiencia: blanco y en botella, funcionarios 'pa toa' la vida.
Pero a partir de 1995, el PP arrasó, y hasta hoy. Hacían más o menos lo mismo. Metían a los suyos. A los anteriores no podían echarlos, ya eran funcionarios, simplemente los apartaban a un rincón, y así se iban colocando capa sobre capa de 'los suyos' y de 'los nuestros'.
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Vale, que investiguen al hermano del presidente, pero si hiciéramos lo mismo con todos los 'sospechosos', esto sería un juicio colectivo y permanente.
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