Cada vez es más difícil utilizar las palabras. Ahora todo puede resultar ofensivo. Hay una extraña censura del lenguaje. Pongamos un ejemplo procedente de algo ... muy de actualidad estos días, lo del 'famoso' beso de Rubiales a Jennifer Hermoso. Durante el juicio, el que fuera seleccionador, Jorge Vilda, preguntado si había hablado con la futbolista, aquel día, dijo que no, porque las jugadoras andaban en ese momento de «jolgorio». Inmediatamente, algunos comentaristas, se escandalizaron: «qué indignidad, habla de jolgorio como acusándola de estar de fiesta, como queriendo decir que no estaba triste por lo del beso».
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Claro, lo que se intenta decir con estos comentarios es que Vilda intentaba defender a su exjefe y culpabilizar a la señora Hermoso. Puede ser, yo no puedo entrar en su cabeza, pero bien pudo ser una mera descripción de lo que ocurría en ese momento. Veamos: la Academia define jolgorio como «regocijo, fiesta, diversión bulliciosa». Es evidente, entonces, que en el avión de vuelta había jolgorio, es decir, regocijo, fiesta, alegría. Y todo esto no tiene nada que ver con el fondo de la cuestión: daría igual que la futbolista estuviera de jolgorio o rezando el rosario, ella podía estar como le diera la gana, sin que eso cambiara nada sobre el supuesto delito. De lo que hablo aquí es del retorcimiento de las palabras como 'pecaminosas'.
Si a mí me llaman bajito, no es más que una alusión a una característica física (para eso soy el más guapo del mundo, con permiso de Cristiano Ronaldo, la naturaleza compensa). Puedo verlo como un insulto y exigir respeto a los bajitos, apoyado por la Liga Mundial Antidiscriminación de los Bajitos, pero en principio bajo o algo son palabras del castellano que describen algo, no son insultos. Si yo digo de una persona, por ejemplo, que es lesbiana, no hago más que describir y de paso defender a esa persona para ser lo que la naturaleza le ha dado o para que sea lo que le dé la real gana. Y ella misma quizás se vindicará como tal y exigirá, con todo derecho, su libertad. Si alguien dice lesbiana como un insulto, el tarado es él, no la palabra misma, que solo nombra y describe.
A la entrada de las antiguas villas romanas había un aviso: 'cave canem', 'cuidado con el perro'. Quizás ahora hay que poner algo así como 'cave verbum', 'cuidado con las palabras'.
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