Estos días ha vuelto a la primera línea de la información el llamado 'caso Errejón' al declarar ante el juez tanto el expolítico como la denunciante, la actriz Elisa Mouliaá. Ha propósito de este caso, como en otros similares, asociaciones feministas, pero no solo, han ... pedido lo evidente: que se crea a la mujer denunciante de una posible agresión sexual. El problema en la forma de plantear esta necesidad de 'creer' es que esa petición parece conllevar la exigencia de condena: si no hay condena, y además ejemplar, es que no se ha creído a la denunciante.

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Vayamos por partes. No me estoy refiriendo a este caso en concreto, aunque ahora me sirva como 'percha' para mi argumentación. A mí, en su día, lo de Errejón me dejó estupefacto, como a mucha gente. Y su ridícula carta de disculpa y dimisión, o lo que fuere ese escrito, me pareció un disparate. Pero Errejón tiene también derecho a la presunción de inocencia, y esa presunción puede permitir que, efectivamente, salga inocente, por mucho que sorprenda, sin que ello debiera suponer que no se cree a las víctimas de violencia sexual.

Y otra cosa es lo de este juez, Adolfo Carretero creo que se llama. Es que hasta su timbre de voz (el hombre no tiene la culpa) es tosco y tabernario, y luego están sus formas inquisitivas. He oído decir a abogados (y abogadas) especialistas que esta es la manera de interrogar en estos casos. No lo sé, pero supongo que se hará en otros casos de forma más sensible, más delicada. El juez, claro, tiene que preguntar, investigar, para que su sentencia sea justa. Pero imagino que hay otras maneras.

Y, desde luego, no estamos (o no deberíamos) en los tiempos en los que se decía aquello de 'algo habrá hecho', o aquello de 'claro, es que llevaba la falda muy corta', 'es que iba provocando'. En fin, esas formas inquisitoriales (de la Santa Inquisición) y completamente atropellantes de este juez parecen un exceso.

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Pero dicho todo eso y volviendo ahora a lo genérico, regreso a mi posición de extrañeza ante la paradoja de que creer a la víctima tenga que concluir necesariamente en la condena del denunciado. En el caso evocado aquí, muy mediático por el nombre del potencial agresor, estamos solo en la fase de instrucción, luego vendrá el verdadero juicio, y ocurrirá lo que sea, que las pruebas demuestren o no la culpabilidad. Si es que no, ¿diremos que no se ha creído a la supuesta víctima?

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