En Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) transcurrieron años muy importantes (sacrificados, divertidos, dolorosos, felices) de Pepe el Cachas (cito el libro 'Pepe el Cachas. Perdona que te moleste', Fénix Editora) el personaje andaluz protagonista de esta biografía escrita por mi amiga la periodista, escritora y ... flamencóloga Carmen Arjona Pabón, natural de Almargen (Málaga), desde hace muchos años enraizada en Sevilla, y que vivió también veinte años decisivos de su vida en Santa Coloma, su infancia y su primera juventud.

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Pepe el Cachas, que pasó su infancia en Puebla de Cazalla (Sevilla) y regresó allí, donde vivió sus últimos años, ya convertido en un gran anticuario, fue uno de los fundadores de la Peña Flamenca Francisco Moreno Galván, y persona fundamental en el conocido festival de La Puebla, ese en el que todos los años actuaba José Menese, también originario de la localidad, hasta su muerte. Fue también, en Santa Coloma, uno de los impulsores del flamenco en Cataluña, en el ya desaparecido bar Pirri, donde se reunían muchos originarios de La Puebla, pero en realidad de todas partes «en aquella verdadera riada de personas llegadas a ganarse la vida», como dice Carmen Arjona.

Santa Coloma se transformó, cambió su fisonomía. Vino mucha gente buena a trabajar y a luchar, «y también algunas malas». Santa Coloma era conocida, injustamente, en otros lugares de Cataluña, como la Ciudad sin Ley, me comenta Carmen. Ahora ha habido otra oleada de inmigrantes que de nuevo ha cambiado la fisonomía de esta ciudad del cinturón barcelonés, pero ahora se trata, fundamentalmente, de magrebíes y chinos. Veo muchos bares gestionados por asiáticos que anuncian: 'Tapas, ibéricos y buen vino'. Lo que son las cosas.

Recordé los tiempos de los andaluces o murcianos de algunas novelas de Juan Marsé que daban vitalidad a Cataluña. Es otra época. Mi hija ya me dijo que en el barrio de Sarriá, donde vivía, ganaba siempre Ciudadanos. Observadora de su entorno, le pregunto. ¿Y aquí? No lo duda: «El PSOE»; es decir, la izquierda españolista, que diría un nacionalista. Aquí nada de independentismo, aunque nunca se sabe, recordemos el maravilloso poema de Gil de Biedma: esos murcianos que hablan el catalán con más convicción que los catalanes. Eran los años cincuenta.

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Esta es también una breve evocación y reivindicación de la Cataluña charnega hecha de llanto, sudor y lágrimas, pero igualmente de vigor y de alegría. Y de flamenco, de buen flamenco. Ahí están Mayte Martín y Miguel Poveda, entre tantos otros, para demostrarlo. Independencia... ¿de quién? ¿Y para qué?

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