El antimadridismo fanático y sociológico (y yo diría que envidioso) comenzó hace unos 25 años aproximadamente. Sí, siempre ha habido rivalidad entre equipos, y en este caso una rivalidad histórica entre Barcelona y Real Madrid, por ejemplo. Pero lo de las últimas dos décadas tiene ... otra dimensión que adquiere matices políticos y no desde Cataluña, sino en el resto de España.Algún día habrá que escribir con extensión y seriedad sobre esto. La historia desmiente, pongamos por caso, la vieja leyenda negra contra el Madrid.

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No es el Madrid, sino el Barcelona, el que concedió tres medallas de oro a Franco, la última a un dictador ya moribundo pero todavía con los ecos de sus últimos fusilamientos. No es a Madrid, sino al Barcelona, a quien el Caudillo recalificó unos terrenos, en contra de los vecinos, para la construcción del Camp Nou. Y, viniendo a tiempos más recientes, no es el Madrid,sino el Barcelona, quien pagó durante dos décadas al señor Negreira cuando este era el número dos de los árbitros. La investigación prosigue y llegará a su final.

La leyenda negra prosigue, pero no tengo espacio para ser más extenso. Vayamos pues a las razones que, en parte, forjaron el antimadridismo reciente. Como el Barcelona es 'més' que un club, y ya desde los tiempos fundacionales de Joan Gamoer en sus estatutos se identificó al Barcelona con el movimiento catalanista (que no separatista) de la época, en los tiempos convulsos del 'procés' regresó esa antigua identificación deporte-política.

Y de pronto la izquierda española (bueno, la parte botarate de la izquierda española) que si alguna vez fue nacionalista fue nacionalista españolista, pero nunca periférica, ahora, defensora de un nacionalismo identitario y xenófobo, creyendo que eso es progresista –manda narices– ha pasado de hablar del fútbol como opio del pueblo a jalear frente al televisor las hazañas azulgranas de los Messi y compañía y a aceptar acríticament la leyenda negra contra el Madrid. El Madrid, franquista, y ser del Barcelona, progre. Tela.

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Los árbitros se equivocan mucho a favor y en contra del Madid, como lo hacen con el Barcelona, el Atlético y otros equipos, sin que los madridistas tengan la culpa de que los presidentes del club catalán hayan sido unos manirrotos que han llevado al club a la bancarrota. Pues nada, que siga la leyenda. Los merengues, a gozar de noches como la de aquel día y muchas noches más. Cuidado con las úlceras de estómago.

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