Este 1º de Mayo volveremos a las calles en una jornada de reivindicación y de reconocimiento a la lucha colectiva de las personas trabajadoras; una lucha a la que, conviene no olvidarlo, debemos buena parte del progreso social de este país y de esta Región. ... Conmemoramos esta fecha histórica recordando a quienes nos precedieron, pagando con la libertad o, incluso la vida, el precio de construir un Estado social y democrático de derecho, pero, también, con una mano tendida a las generaciones que, tras una crisis financiera mundial, una pandemia y una guerra estallando en el corazón mismo de Europa, solo han conocido la precariedad y la pérdida de derechos; jóvenes que hoy insuflan aliento a nuevas y legítimas exigencias de justicia social.

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Juntos, en este Primero de Mayo, para demandar dignidad en las condiciones de trabajo, dignidad en las pensiones, en nuestros servicios públicos; reclamando nuestro derecho a una vivienda digna, a vivir en un entorno respetuoso con el medio ambiente, a que nuestro origen o nuestra identidad u orientación sexual no nos resten oportunidades ni en la vida ni en el trabajo.

Nos marca el camino todo lo que hemos logrado en el diálogo social en esta última legislatura: una reforma laboral histórica que ha reducido la temporalidad drásticamente, que devuelve el equilibrio a la negociación colectiva y consolida, en nuestro ordenamiento jurídico, los ERTE como medida para afrontar las crisis sin destruir el empleo. También, los acuerdos en materia de pensiones con los que hemos logrado que las pensiones suban hasta un 8,5%, evitando que pierdan poder adquisitivo, y una mejora de los ingresos del sistema que nos ha de permitir pagar más y mejores pensiones. Sin olvidar, por otra parte, el catálogo de derechos que hemos ampliado para quienes teletrabajan, para los fijos discontinuos, para las empleadas de hogar, para los trabajadores de las plataformas digitales, para las personas que se encuentran de baja por enfermedad, o para aquellas que cobran el salario mínimo interprofesional, que han visto crecer sus sueldos un 47% en los últimos cinco años.

A los partidos hay que mandarles un mensaje contundente: no aceptaremos que lo conseguido hasta ahora tenga fecha de caducidad

A la vuelta de la esquina, unas elecciones municipales y autonómicas y, no mucho más allá, habrá unas elecciones generales. Y las personas trabajadoras tienen que ser conscientes de lo mucho que nos jugamos, de lo mucho que decide nuestro voto. A los partidos políticos hay que mandarles un mensaje contundente: no aceptaremos que lo conseguido hasta ahora tenga fecha de caducidad; tampoco, que se trunque el proceso que hemos iniciado para modernizar nuestro sistema de relaciones laborales.

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Debemos revertir todos los recortes sociales y laborales que se impusieron tras la crisis de 2008, pero también pisar el acelerador para afrontar una transición digital y ecológica socialmente justas, lograr reducir una jornada laboral que se mantiene prácticamente invariable desde hace un siglo, materializar la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, acabar con la lacra de la siniestralidad laboral que está segando la vida de dos personas cada día, y establecer un coste para el despido que realmente sea disuasorio para las empresas y reparador para los y las trabajadoras.

Nos encontramos, además, en una situación económica compleja. Las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania, drama humano inconmensurable, solo las está sufriendo el poder adquisitivo de las rentas del trabajo.

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En este contexto, es imprescindible reclamar responsabilidad a las empresas para que negocien salarios dignos y asuman parte del coste de la crisis inflacionista. También valentía a los gobiernos para poner coto a la especulación y para proteger a las familias más vulnerables, tanto del incremento de precios que está afectando a los productos esenciales, como del encarecimiento radical del coste de las hipotecas, de las que depende el techo de muchas familias.

Y es imprescindible, especialmente, en la Región de Murcia. Una Región con una inflación por encima de la media y con subidas salariales por debajo de la media. Una Región que ha hecho signo de identidad de las bajadas impositivas a los más favorecidos, de la degradación de los servicios públicos, de las privatizaciones y de la precariedad. Una Región que tiene más de 90.000 personas aún en situación de desempleo, de los que casi la mitad no tienen prestación alguna. Una Región a la cola en cuanto a política social y a la cabeza en pobreza y desigualdad. Con más de 200.000 personas trabajadoras esperando ver actualizado su convenio colectivo. En definitiva, muchas asignaturas pendientes. A la vista está que, en este Primero de Mayo, de nuevo, sobran los motivos.

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