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La actualidad se nos puede presentar tan furtiva cuando es banal que solo se puede uno defender aferrándose a lo firme. ¿Y qué es lo firme? ¿Con qué podemos fijarnos al suelo para que el tornado de los intereses no nos arrastre a una espiral ... sucia? La respuesta está en los libros: los clásicos y su descendencia.
Este mes, mes de la fiesta del libro en Murcia, me fijo en los clásicos del ensayo, la narrativa y la poesía, que deberían estar en la formación de todo joven, aunque el adanismo soberbio actual crea que porque se estudie una brillante carrera tecnológica no los necesita. ¿Cuándo las universidades de humanidades y tecnológicas intercambiarán asignaturas de síntesis para evitar la sabia ignorancia del especialista en ciencias, filología o filosofía? Ya se dará cuenta algún día ese joven que estará mutilado en la vida. Un libro es un compañero de viaje que nos sirve con su sabiduría de contraste a los delirios que la mera intuición perezosa genera en nuestras cabezas. Pretender vivir la vida basándola en nuestra exclusiva experiencia vital y el parloteo continuo de las redes, antisociales en muchas ocasiones (Cobacho dixit), es una temeridad para sí y para el conjunto social.
Los canallas de nuestra actualidad, de Netanyahu a Putin pasando por los ayatolás de todos los tipos o los que trafican con droga o cuerpos palpitantes, provocan el sufrimiento que el genio convierte en arte para la enseñanza de la humanidad, aunque en su infamia no lo pretendieran. Por cierto, pregunta incómoda: ¿qué haría el arte sin el mal?
Los clásicos cubren desde la 'Ilíada' a la Biblia, desde la 'Odisea' a la 'Eneida', desde Séneca al 'Rey Lear,' desde el 'Quijote' a Borges, desde 'Fahrenheit 451' a Espinosa, desde 'Rinconete y Cortadillo' al 'El guardián entre el centeno', desde Heródoto a Pérez Galdós, desde 'Los Miserables' a 'Las uvas de la ira', desde Safo a Lorca, desde 'Antígona' a la 'Casa de Bernarda Alba'; de Faulkner a Broch o Javier Marías... Sabemos que se puede vivir sin leer libros, pero entendiendo vivir en el sentido más elemental de respirar. Si no fuera así, hace tiempo que nos habríamos extinguido, pero es más cierto que con su lectura generalizada el mundo cometería menos estupideces.
En la 'Ilíada' tenemos ejemplos de heroicidad, pero también de toda la crueldad de la que somos capaces; en la 'Odisea' todo un símbolo del espíritu que se busca en el viaje y su riesgo; en la Biblia encontramos las más refinadas fibras de la religiosidad que dan esperanza más allá de la miseria y la esclavitud, pero también pruebas del peligro del fanatismo que aún nos fustiga; en la 'Eneida' tenemos un ejemplo supremo de la aspiración del migrante de vivir mejor, incluso de fundar naciones. Séneca es un ejemplo de racionalidad ética y de contradicción entre las ideas y los hechos; 'El rey Lear' le señala a los ancianos el error supremo que puede amargar sus últimos años; en el 'Quijote' aprendemos toda la potencia originaria de la ficción bien afirmada en caracteres inmortales. Con Borges aprendemos a leer infinitamente y con Espinosa, que el ser humano puede ser aplastado por su propia sumisión a la tiranía o salvarse por la contumacia en la dignidad de los libros, de lo que son buena muestra los acontecimientos narrados en 'Fahrenheit 451'.
Estos días en que vuelve el esplendor de las novedades en la literatura, puede ser un momento para mezclar sabiamente clásicos y actuales para así disfrutar mejor estos últimos que han heredado sus marcos de referencia. Actualidad literaria de gran nivel creativo en nuestra región. Para nuestra suerte, se nos ofrece el talento de autores que escriben y reescriben el viaje de Ulises con polvo en los zapatos; que se acercan con profundidad y delicadeza a la muerte entre daguerrotipos; que pintan frescos de la canalla en toda su crudeza entre tigres y gacelas; que retratan a los jóvenes en sus riesgos potenciales y frustraciones; que ilustran en cuentos la inocencia y la desolación; que llaman con brusquedad a nuestra compasión y comprensión con abstracciones inteligentes; que describen la transgresión feminista; que investigan los pozos oscuros; que poetizan la pérdida, el miedo, la dulzura, el sufrimiento adolescente y adulto o que subliman lo cotidiano para despertarnos del sueño de los espectros.
Una creatividad que transforma la realidad pintándola como nos parece: misteriosa; que describe todos los matices de nuestra alma en novelas densas y cultas; que nos anima al viaje inteligente en cuadernos de viajeros atentos; que nos recoge en los sótanos y nos eleva a golpe de magia a los áticos del alma. Coja un libro, siéntalo, sopéselo, curiosee e, incluso, adquiéralo para su felicidad o lucidez.
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