El otro día, mientras escuchaba embelesado a Natalia Corbalán, directora de la Fundación Ingenio, y ese día presentadora en el I Aniversario de esta Fundación, pensé en la hipotética idea de que los agricultores de la Región acaben montando un partido que represente sus intereses. ¿ ... Tú crees que ganaríamos?, me preguntó un asistente al evento mientras se acercaba a mí, como si me hubiera leído la mente. La pregunta no me dejó nada indiferente, siempre he pensado que es imposible ganar las elecciones sin el voto del sector agroalimentario en Murcia.
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Pero lo que me parece más improbable es mantener la riqueza de esta región sin el agua. Si la Región de Murcia pierde esta sustancia cedida por Dios, deberá reducir su población de 1.400.000 a 600.000 habitantes. Algo que parece que algunos pseudoprogresistas no entienden. Y mientras, afirman que el actual modelo económico, basado en la agricultura de regadío, es la razón de todos los males de nuestra estructura productiva, demostrando que no tienen ni idea de la economía real de la Región en la que viven.
Convendría recordar que nuestra agricultura es un sector cada vez más vinculado a la cuarta revolución industrial y a la demanda de nuevas tecnologías en el ámbito de la transición verde y digital. Y una forma única de blindar nuestra economía y nuestros frigoríficos, algo que ya hemos podido comprobar durante la crisis de la Covid. Aunque la gente no lo sepa, el sector agroalimentario es el nuevo Silicon Valley, a pequeña escala en esta Región, con un impacto creciente de las actividades profesionales, científicas y técnicas. La mejora de las condiciones de vida y trabajo de nuestros conciudadanos pasa por incrementar nuestro PIB industrial y ahí nuestra agricultura tiene mucho que decir. Al final, tenemos que decidir qué queremos ser de mayores: ¿el Silicon Valley de Europa o su bar de copas?
Los trasvases de materias primas, combustibles, energía, agua, cada día serán más necesarios, si queremos garantizar la justicia y solidaridad interterritorial. Algo que ya tuvo en cuenta Josep Borrel cuando elaboró un Plan Hidrológico Nacional que planteaba la interconexión de cuencas que más tarde se cargó el Partido Popular. La maldita hemeroteca nos podría refrescar la mente con la visita de Loyola de Palacios a la sede del PP de la Región de Murcia para tumbar la iniciativa. Desde entonces, populares y socialistas pasean sus contradicciones territoriales.
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El PP solo se ha dedicado a hacer publicidad electoral con el agua en función de los distintos públicos locales, mientras los gobiernos del PSOE no han sabido poner encima de la mesa una idea de Estado que garantice la viabilidad del sector. Y lo cierto es que, si se hubiera cumplido la mitad de la mitad de lo prometido, hoy no estaríamos aquí. Y en ese punto es donde se crea la Fundación Ingenio, un 'lobby' que defiende los intereses de los agricultores del Mar Menor y de la Región de Murcia. Una organización encabezada por personas –como Adolfo García– que apuestan por un modelo agrícola moderno que optimice el uso del agua, además de que respete el medio ambiente internalizando los costes de las externalidades negativas generadas por su actividad, e interpele a la honestidad política para que no utilicen el agua como muletilla electoral.
El cambio climático, la escasez de agua y la contaminación son problemas globales reales, por lo que no debemos prestar atención a falsas noticias distócicas. Desde la Fundación Ingenio saben que la sociedad está cada vez más concienciada, aunque solo sea debido a la gran presión ejercida por los clientes con respecto a productos sostenibles, de calidad y preferentemente ecológicos. Las empresas y las organizaciones en general, cada vez irán adquiriendo más responsabilidad social, aunque sea solo por puro egoísmo e interés. Por ello, Natalia Corbalán tiene por delante una gran tarea: demostrar con evidencias que los patronos, colaboradores y aliados de la Fundación Ingenio constituimos el mejor anillo protector del Mar Menor. Y debe ser ella la encargada de poner las luces largas, señalando el camino en la defensa del sector del agua con todos los operadores implicados, sin exclusiones y con una nítida disposición a no enquistarse en posiciones partidistas, sino propiciar acuerdos que no vayan contra nadie y que favorezcan el interés general de todos. También es necesario abordar las condiciones laborales y salariales de los trabajadores del sector agroalimentario, al igual que las soluciones para la infravivienda o la educación de calidad. Es imposible pensar en un Silicon Valley sin salarios, condiciones de vivienda, trabajo o educación.
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Tal y como dijo la ensayista malagueña María Zambrano: «Todo lo que el hombre ha hecho en la historia lo ha soñado antes».
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