La Asistenta' (Netflix) relata la historia de Alex, una joven madre soltera atrapada en una vida en la que no cabe el nivel de sensibilidad con la que ella mira al mundo. De sus ojos brotan grandes dosis de amor y ternura, pero también de ... rabia, dolor y desolación. Esta nueva serie retrata las dificultades de muchas mujeres para alejarse de quienes las maltratan y secuestran. Una noche, ella emprende su huida, cargando con su hija Maddy, una niña de tres años ajena a la montaña rusa por la que discurrirá su vida en los siguientes capítulos. El caos vital que le impide disfrutar la vida que ella es capaz de imaginar reduce su día a día a un trabajo como asistenta y varias estancias en una institución para mujeres maltratadas. El relato es una lección de humanidad que ayuda a evidenciar las luchas internas (y externas) por las que atraviesan las mujeres en muchas partes del mundo. Pero la vida no solo resulta difícil para mujeres como Alex. La realidad las golpea con independencia de su posición social. Lo único que cambia son las posibilidades de escapar.
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Mi amiga Julianna –periodista y profesora universitaria en Perú– señala que en la pandemia las mujeres han sido las más afectadas, independientemente de su grado de estudios y nivel socioeconómico. Este es el caso de las mujeres académicas que, aparentemente teniendo una vida más acomodada, también han sufrido el impacto de la pandemia en sus vidas; pues el reto de mantener en equilibrio su vida personal y laboral no ha sido nada fácil y, seguramente, tendrá estragos en la salud mental de muchas de ellas.
Entre café y café, Julianna me cuenta que la pandemia en Latinoamérica ha golpeado muy duro; se han perdido muchas vidas y también se han resquebrajado relaciones en el interior de muchos hogares, y se han agudizado diversos problemas sociales, como la inequidad y el machismo, que existe tanto en hombres como en mujeres de hogares latinoamericanos. Un estudio realizado en agosto de 2021 en nueve países de Latinoamérica ha evidenciado que las mujeres académicas han sufrido en silencio. El estado de confinamiento les ha significado una situación de estrés y ansiedad permanente, puesto que ellas han tenido que sustituir a las asistentas que ya no podían trabajar en sus casas y en paralelo mantener sus compromisos laborales, y sobrellevar y atender las multiplicadas necesidades y demandas de los alumnos y alumnas casi durante las 24 horas del día. Así como acompañar a los hijos en las clases virtuales. En Latinoamérica, como es el caso peruano, la totalidad de los colegios y universidades aún se mantienen en estado de confinamiento ininterrumpido desde el pasado 15 de marzo del 2020, es decir, más de 19 meses en cuarentena.
Retomando la serie, hay un momento en el que Alex recupera sus instintos y logra escapar, pero con el tiempo vuelve a casa con su maltratador que, de nuevo, regresa a las andadas. Ante esta agresividad por parte de él, ella se pasa varios días tumbada en un sofá. Justo en ese momento, hay una escena en la que el sofá revive y la engulle una y otra vez porque ella no está al nivel ni siquiera del mundo de mierda en el que se encuentra. Ella se abandona y durante varios días toca por debajo del fondo. Está sola. Humillada. Abatida. No tiene apoyo familiar. Carece de recursos económicos. No tiene a nadie, porque su entorno de relaciones son los amigos de él, que le dicen que resista y aguante. Su único sostén es ella misma y la ayuda institucional.
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Mientras intento desgranar todos los detalles de la escena, Julianna me comenta que es evidente que las mujeres, por su propia condición, tienen una difícil tarea de convivencia y supervivencia, que las grandes brechas entre el rol de los hombres y el de las mujeres aún existen y se tiene que seguir trabajando en políticas públicas y compromisos voluntarios desde las empresas y organizaciones para entender que tenemos que cambiar patrones culturales que permitan una mayor equidad.
Tras apurar el último sorbo de café, le comento a Julianna que a mí me da mucha pena pensar que se amputen tantas vidas porque muchos hombres arrastren desde las cavernas su obsesión por dominar a la mujer. Son hombres que hacen uso del único poder que son capaces de desempeñar. Personas ofuscadas por controlar las vidas de sus parejas inútilmente. Seguro que algunos tienen un problema cultural, pero imagino que otros muchos lo que realmente tienen es un grave problema de salud mental y probidad moral. Lo contrario cuesta entenderlo.
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Por cierto, en el último capítulo, Alex tira de sus sueños para salir del pozo que hay bajo el sofá y le gana la batalla al desgraciado que la maltrataba.
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