La muerte de los teléfonos se acerca, pues acabaremos llamando solo a nuestros familiares y amigos, porque en todos los demás números de teléfono solo ... hay máquinas. Llamas a una administración pública española, te contesta una máquina fría y estúpida, una voz sin alma, sin personalidad, una voz de nadie. Podrían grabar mensajes con sentido del humor, con la voz de Gila, por ejemplo. Con la voz de Lola Flores. Con la voz de Fernando Fernán Gómez. Con la voz de Rafaella Carrá. Un poco de imaginación, por favor. Podrían contestarte voces de artistas que han sido importantes en nuestra educación sentimental. Nos pasamos la vida buscando seres humanos de verdad. Llamas al ambulatorio, te contesta un sermón grabado. Llamas a una aerolínea, música. A veces, con suerte, te ponen buena música. Pero imagínate que llamases a Renfe y te contestase no una voz de máquina sino la voz de José Luis López Vázquez. Se te iluminaría el alma. La belleza también importa. Pero llamas a la Seguridad Social, y allí ni siquiera te contesta una máquina sino que comunica eternamente, esos ya ni graban un mensaje.
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La gente se ha acostumbrado a esta forma del fascismo telefónico. Para renovar el DNI o el pasaporte tienes que pedir cita previa por internet. Tendría que ser la administración quien te trajera el DNI nuevo a casa, envuelto como un regalo y un lazo y una rosa y un abrazo del presidente del Gobierno. Sobre todo, a los españoles veteranos. Un abrazo del presidente en donde dijera: «Mil gracias por seguir diez años más siendo español». Si yo fuese presidente del Gobierno es lo que haría: felicitar a todos los españoles y españolas que se renuevan el DNI. Las administraciones públicas españolas consideran que el ciudadano es el enemigo. Te tratan mal en todas partes pero tú pagas tus impuestos. Haces colas interminables para cumplir cualquier obligación burocrática y te das de bruces con un funcionario que te odia porque está mal pagado y explotado, pero tú estás igual que él.
Se acerca el día en que nada más pisar la calle tendrás que pagar. La única manera de no pagar impuestos en España es morirse. Cada vez que pierdes tres horas en resolver cualquier tema burocrático en una web ministerial, tu alma sufre, se estresa, se condena. Hágalo por internet, te dicen. Y son tres horas de tu vida. Y son tres horas que podrías dedicar a dar un paseo, a ver una buena película, a leer un libro, a dar besos a tus seres queridos. Porque también tenemos alma y somos tiempo que huye.
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