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Relevo empresarial

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Fortalecer el diálogo social y lograr reducir los tiempos de respuesta de la administración son retos ineludibles que ha de mantener el nuevo presidente de los empresarios, Miguel López Abad, en una etapa que debería estar marcada por el avance de la industria, las infraestructuras y el turismo en el marco referencial del desarrollo sostenible

Domingo, 23 de junio 2024, 07:32

Solamente a los muy irresponsables, imbuidos por un populismo político cada vez más transversal en España, se les ocurre hoy demonizar a los empresarios o a los sindicatos, los dos actores principales del diálogo social, aun cuando pueda discreparse de las posiciones de unos y otros en determinados asuntos. Quienes por edad hemos podido conocer los primeros años de la transición democrática española, cuando había una sucesión casi diaria de huelgas y conflictos laborales, podemos atestiguar la importancia histórica que ha tenido la negociación entre empresarios y organizaciones sindicales para avanzar como país, pese a que las posiciones de partida sean muy distintas en ambos agentes sociales. Quizá uno de los principales méritos del presidente saliente de Croem, José María Albarracín, junto a haber propiciado la unidad del sector empresarial en torno a su liderazgo, fue precisamente apostar por ese diálogo con los sindicatos desde la discrepancia en no pocos asuntos, pero siempre desde el respeto mutuo y el ánimo de colaboración. Eso ha garantizado la paz social durante una década, y no pocos logros concretos, lo que no significa que todo haya sido un camino de rosas. Aún hay cien mil murcianos que trabajan con convenios colectivos caducados en distintos sectores, lo que debería abocar a empresarios y trabajadores a recurrir al arbitraje.

Ahora se abre una nueva etapa en Croem con Miguel López Abad, un buen empresario y persona de contrastada bonhomía que deberá demostrar si está a la altura del cargo y exhibir pronto cuál es su impronta e ideario como dirigente empresarial. Avalado por su trayectoria en la Cámara de Comercio de Murcia, poco se puede inferir de su intervención en la Asamblea de Croem, porque habló en clave muy personal y lo que exhibió fue su faceta humana. Habrá que ver cuál es su relación a partir de ahora con los sindicatos y con el Gobierno regional. De los primeros dijo que hace unos años le parecían 'la bicha' y sobre el Ejecutivo regional no se pronunció, lo cual contrastó con una acusada explicitación del afecto cuasi paternofilial existente entre López Miras y Albarracín, que pidió apoyo total de los empresarios para el presidente regional ante un auditorio sin presencia del PSOE, salvo la delegada del Gobierno, ni de Podemos, tan solo con representantes del PP y de Vox, a quienes, pese a sus esfuerzos por agradar a la patronal, se les ve como peces fuera del agua en ese ámbito. Lejos en el tiempo queda aquella asamblea de Croem en las que el entonces presidente de los empresarios Miguel del Toro y el expresidente Ramón Luis Valcárcel se las tuvieron tiesas en un tenso cruce de intervenciones. Eran momentos de crisis muy distintos a los actuales, cuando la UE, en lugar de maná financiero, mandaba órdenes tajantes de recorte de gasto público.

Fruto de la colaboración entre Albarracín y López Miras llega ahora la cuarta versión de la ley de simplificación, un texto refundido que incorpora el silencio administrativo positivo, una reclamación empresarial destinada a mitigar el laberinto burocrático de la Comunidad, allí donde lo permita la ley, para evitar la fuga de inversiones y la parálisis de proyectos. Dicha ley está en el horno, dijo Albarracín, que lamentó no haber podido despedirse con esa normativa bajo el brazo. Habrá que ver la letra pequeña de la ley de López Miras/Albarracín. Aparecerá meses después de que Moreno Bonilla aprobase el Plan Andalucía Simplifica, su cuarto decreto en esta materia, y que lleva la declaración responsable hasta el límite de sus posibilidades e incluye el silencio administrativo positivo en multitud de trámites. Un objetivo ambicioso que tanto allí como aquí deberá contar con buenos mimbres de seguridad jurídica y fiscalización para ser eficaz y para que el remedio no acabe siendo peor que la enfermedad.

No lo va a tener fácil la Región para atraer inversiones, pese a todo. Y es que todas las comunidades de nuestro entorno, que además gozan de mejores comunicaciones e infraestructuras, están apretando en la misma dirección: simplificación y facilidades fiscales para capturar inversores. Por encima de todas está Madrid. A todo lo anterior suma la capitalidad y medidas muy eficaces, como la ley de mercado abierto, que la convirtió hace dos años en la primera región donde las empresas, de todo el territorio nacional, pueden instalarse sin tener que pedir permisos o licencias adicionales que ya tuvieran en sus lugares de origen.

A López Abad le espera mucho trabajo. Fortalecer el diálogo social y lograr reducir los tiempos de respuesta de la administración asoman como retos ineludibles para el presidente de Croem, en una etapa que debe estar marcada por el avance de la industria, las infraestructuras y el turismo regional, todo ello en el marco referencial del desarrollo sostenible, y sin perder de vista la pelea nacional por el agua y una mejor financiación autonómica.

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