Una baza para Cartagena

Primera plana ·

Si la UE apuesta por la industria militar europea y se incrementan los recursos para dotar de capacidad disuasoria y autonomía estratégica a las Fuerzas Armadas, las empresas regionales de defensa y seguridad tienen una oportunidad para desarrollar innovadoras tecnologías duales y crear empleo de alta calidad

Se avecina un cambio de prioridades en la agenda europea que sitúa a Cartagena en una posición estratégica de la que puede obtener importantes retornos en generación de riqueza y empleo de calidad. Ya sabíamos de su privilegiado posicionamiento en la transición energética. Especialmente ahora que Repsol está poniendo en marcha la primera planta de biocombustibles avanzados de España. Con una inversión de 200 millones de euros, la nueva instalación podrá producir, a partir de residuos como el aceite usado de cocina, hasta 250.000 toneladas de combustibles para coches, camiones, barcos y aviones sin necesidad de cambiar los motores actuales. A ese proyecto se sumará la construcción de un electrolizador de 100 MW, impulsado por Repsol, Enagás y Engie, para producir hidrógeno renovable en Escombreras.

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Para la ciudad trimilenaria, y por extensión para el conjunto de la Región, la nueva oportunidad deriva del fuerte impulso que en la Unión Europea se va a producir en materia de seguridad y defensa, concretamente en el desarrollo de tecnologías para uso militar y civil. A la vista de la marcha de la guerra en Ucrania, las amenazas de un Putin embravecido y la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca en noviembre, rebajando sensiblemente su apoyo a la OTAN, en la UE crece el consenso sobre la ineludible obligación de recuperar capacidad militar. En un encuentro organizado por Vocento, el grupo editor de nuestro periódico, el periodista y director adjunto de 'The Economist', Tom Standage, señaló este jueves en Murcia que el complejo escenario geoestratégico apunta claramente a la necesidad de potenciar la industria militar europea, que hoy está muy lejos de la capacidad de Rusia para la producción de armamento. En la misma línea, con más conocimiento experto y profundidad, esos nuevos riesgos geostratégicos fueron analizados el pasado miércoles por el Jefe del Estado Mayor para la Defensa, el almirante general Teodoro López Calderón, en la inauguración del Aula de Seguridad y Fuerzas Armadas de LA VERDAD. El Jemad dijo en Cartagena que «nadie es capaz de predecir cómo será la siguiente guerra», pero dejó claro que podemos dar por seguro que los nuevos sistemas de armas han terminado con la diferenciación de áreas de los campos de batalla. «Ahora es todo el territorio. No existe una retaguardia en la que se puede actuar con tranquilidad, libre de ataques». En efecto, los misiles que Rusia lanza sobre Ucrania tienen alcance suficiente para llegar a toda Europa, incluido nuestro territorio. Es una amenaza real para la seguridad de España. Sin duda por ello, la directiva de defensa y la estrategia de seguridad nacional fijan la necesidad de incrementar los recursos para mejorar la capacidad de disuasión de las Fuerzas Armadas. Ese incremento presupuestario en España y en la UE, del que habló esta semana el Jemad, puede y debe ser aprovechado por las empresas tecnológicas vinculadas a la defensa y la seguridad que están asentadas en la Región. Si el nuevo ejecutivo comunitario que salga de las urnas el próximo 9 de junio toma la determinación de apostar por la industria militar europea, Cartagena estará en la mejor disposición para convertirse en un referente europeo de la industria dual de la Defensa, como persigue la alcaldesa Noelia Arroyo. El programa de submarinos S-80, construido por Navantia para la Armada con tecnologías de ultimísima generación, ha convertido a España en uno de los doce países del mundo con capacidad para construir sumergibles para su defensa. El proyecto, que genera trabajo directo a 2.000 profesionales e indirectamente a 7.000 personas, es la punta de lanza de una industria en torno a la cual se articula el relevante trabajo de otras importantes firmas de base tecnológica, como SAES, especializada en acústica submarina, o CT, compañía de avanzada ingeniería multidisciplinar. Existe una apuesta clara del Gobierno de Sánchez, a través de las empresas con participación pública, para desarrollar en Cartagena innovadoras tecnologías de defensa, como una línea de vehículos submarinos no tripulados y equipados con sensores de vanguardia. El Ejecutivo regional también acierta con la creación de una aceleradora de empresas en materia de defensa, dentro del programa Caetra que impulsa el Instituto de Fomento en Cartagena, San Javier y Alcantarilla. El objetivo es financiar proyectos tecnológicos empresariales y ayudar a que nuevas firmas consigan los certificados para convertirse en proveedores de Defensa.

Pese a ser de distinto signo político, los Ejecutivos central y regional parecen ir en esto de la mano, con el apoyo del Ayuntamiento de Cartagena, que está favoreciendo, con las organizaciones empresariales y la UPCT, la formación de los perfiles profesionales que demandan esas empresas. Harán bien todas estas instituciones en colaborar con intensidad porque, como dijo López Calderón, «el esfuerzo en inversión en defensa siempre, además de ser una inversión en seguridad y paz por medio de la disuasión efectiva, redunda en un importante beneficio para la sociedad en forma de innovación tecnológica, en su mayoría de doble uso, creación de tejido industrial, creación de empleo de calidad, incremento de las exportaciones; en fin, desarrollo y, por tanto, riqueza». Si España aspira a lograr una auténtica autonomía estratégica, las empresas cartageneras de alta tecnología deben jugar un papel decisivo para dotar a las Fuerzas Armadas de esa ansiada disuasión efectiva. Es caro, subrayó el Jemad, pero «el conflicto armado lo es aún más».

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