Rebeldía murciana

Se agota la paciencia

Esta guerra es un desastre para la humanidad porque además nos devuelve a uno de los peores capítulos de nuestra historia

Sábado, 14 de octubre 2023, 07:20

Han decapitado bebés, han fusilado a ancianas en la parada del autobús, han matado a sangre fría a cientos de jóvenes que estaban en un ... festival de música, han quemado vivas a familias enteras en sus casas y han disparado de forma indiscriminada a todo aquel que se les cruzara. La mayor matanza de judíos desde el Holocausto y tiene usted que escuchar que en realidad la culpa es de que Israel llevaba la falda demasiado corta.

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El último de los argumentos estrella es que es inmoral plantear que haya víctimas de primera y de segunda. Que por qué nos importan más los muertos de Israel que los palestinos, si estos mueren a diario. No voy a entrar a explicarles que los terroristas de Hamás utilizan a los niños como escudos humanos, ni que esconden misiles en las escuelas o que sus centros de operación terroristas están en hospitales. Y que todo esto es así para que cuando Israel se defienda para intentar sobrevivir tengan enfrente el colaboracionismo necesario que la extrema izquierda presta al islamismo radical diciendo que los judíos son lo peor que le ha pasado al mundo desde aquel señor austriaco con bigote que, por cierto, también decía que los judíos son lo peor que le ha pasado al mundo.

Pero volvamos a las víctimas: ¿las hay de primera y de segunda? Por supuesto que sí. Por eso a usted le dolería más que se muriera su madre a que se muera la mía. Por eso le hace ilusión que España gane el mundial de bádminton aunque no sepa ni cómo es una raqueta. O por eso le duele más un terremoto en Italia que mate a diez personas que otro en Kuala Lumpur en el que sufran miles. ¿Cómo no va a sentir usted más empatía por los suyos que por los de enfrente?

Y en esta guerra cruel hay unos que son demócratas, occidentales y que creen en los valores liberales que comparten los señores de Jaifa, de Chicago, de Sídney y de Murcia. Los otros tienen una cultura respetable en lo religioso y despreciable en lo moral si la comparamos con la nuestra, con una opresión personal y política con la que es imposible que nadie pueda empatizar más allá de la cerrazón política. Porque todos esos que vanaglorian a Hamás son los mismos que lo harían desde las playas de Tel Aviv: el comunismo es más fácil en una pancarta del Che en Nueva York que pasando hambre en Caracas.

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Esta guerra es un desastre para la humanidad porque además nos devuelve a uno de los peores capítulos de nuestra historia. El racismo institucionalizado de los que creen que los que profesan una religión contraria a la nuestra son infieles que merecen ser exterminados. Porque no se equivoquen ni un pelo: esto no es una reclamación territorial como cualquier otra, es un exterminio de judíos por el mero hecho de serlo.

Han escuchado ustedes en infinidad de ocasiones que todas las opiniones han de ser respetadas, pero es mentira. Lo que debe ser respetado es el derecho de cualquiera a vertirlas, pero no el contenido de lo que se diga. Plantear que es razonable decir que un bebé judío merece ser decapitado porque un día leyó no sé quién en Twitter que Netanyahu es un facha es de una obscenidad intelectual y una miseria moral que no merece ser respetada en ningún caso.

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La equidistancia se está convirtiendo en la tónica de una sociedad en la que se considera que un piropo es terrorismo machista, pero un genocidio de los que creen algo distinto a uno es un conflicto cuyas causas hay que analizar antes de condenar que se viole a niñas por rezarle a Yahvé y no a Alá. Y esa inclinación típica de la izquierda hacia el apoyo a todo aquel que deteste el modo de vida occidental que les permite quejarse con su vaso de Starbucks y su iPhone 14 es ya tan horrible que no merece la pena ni adentrarse en ello.

Entiendo que hay veces que la paciencia se acaba, y con los enemigos de Israel yo ya estoy al límite. Porque no les odian a ellos, nos odian a todos. Simplemente por existir y decir que aquí somos felices y moralmente superiores. Cómo no vamos a serlo si aquí nos escandaliza asesinar bebés.

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