Tito Flavio Josefo, historiador judeocristiano del siglo I, nos dejó escrito sobre la existencia de Tubal, hijo de Jafet y nieto de Noé, quien desde ... la Iberia caucásica llegó a la hispana donde se coronó rey y al que algunos señalan como fundador del pueblo vasco. Otros hablan de Aitor, pastor cántabro, quien desde la montaña pudo contemplar cómo Jaungoikoa, el señor de los cielos, mandaba un diluvio que acabó con todo bicho viviente y al que solo sobrevivieron él, su mujer y los numerosos hijos concebidos durante su larga estancia en el refugio montañoso del que bajó para fundar el nuevo pueblo de los euskaldunes.

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Desde entonces, entusiasmados con esas leyendas, la gran mayoría de vascos se han sentido diferentes al resto de los habitantes del mundo, en especial de los españoles. Uno de los supremacistas, el bilbaíno Sabino Arana, inspirado por el odio al resto de España, Maketania la llamó y maketos a los que no hemos tenido la suerte de nacer en esos bellos y entrañables parajes, fundó, bajo el lema Jaungoikoa eta lege zaharra (Dios y la ley vieja), el partido llamado Euzco Alderdi Jetzalea, conocido como PNV. A la hora de su muerte, ante el asombro y el dolor de los jetzales, adjuró de todo lo que en vida había defendido.

El partido fundado por Arana ha sido hegemónico y ha dirigido la política en ese territorio hasta las elecciones del domingo 21 de abril. Pero, ¿y ahora qué? Primera impresión: parece que todos los partidos que han competido están muy contentos con los resultados. El PNV porque temía el adelantamiento de Bildu y, aunque ha perdido un número significativo de escaños, ha ganado en votos y coaligado con el PSOE podrá conservar el gobierno. Bildu porque ha tenido un resultado excelente, no le interesa tanto gobernar como marcar la política y eso es lo que va a hacer. El PSOE porque temía un batacazo y ha ganado un diputado, tendrá mayor poder en el nuevo gobierno autonómico y por ahora tiene asegurados el apoyo del PNV y Bildu en el Congreso de los Diputados. El triste y gris PP se conforma con haber salvado los muebles, Vox mantiene un escaño y a la única que veo triste es a doña Yoli la 'Pichonera', quien tendrá que ponerse las pilas si quiere seguir en el machito.

El soberanismo es abrumadoramente mayoritario entre los vascos, y digo soberanismo, no independentismo, pero resulta que, para nosotros los maketos, el soberanismo es peor y me explico: declarada la independencia, allá cada uno con su vida, su hacienda, sus vicios y sus virtudes, pero ni Bildu ni el PNV podrían sentarse ni en el Congreso ni en el Senado, y además con nuestros impuestos no tendríamos que atenderlos cuando les hiciera falta. Con el soberanismo uno u otro, o los dos en comandita, mandarían en el País Vasco, incluyendo Navarra, sin interferencia alguna del Estado y, además, seguirían conservando la capacidad de decidir, con los votos de sus diputados y senadores, sobre la vida y milagros de nosotros los del resto de España. Por eso, durante la campaña electoral el PNV no ha mencionado el independentismo, pero en cambio ha hecho mucho hincapié en el soberanismo que se alcanzará con el cambio de Estatuto. Bildu, en una inteligente campaña y sabiendo que de ETA nadie se acuerda y menos los jóvenes votantes, en algunos mítines ha pedido el independentismo y en otros ha apelado al soberanismo como la mejor forma de solucionar los problemas que preocupan de verdad a los vascos. Podrán ser raros, pero no tontos.

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Hasta que seamos capaces de cambiar la ley electoral tendremos que seguir aguantando a los supremacistas. «Lo mío es mío y lo tuyo de los dos» es el credo de estos aprovechateguis.

Hoy lunes, don Sánchez comunicará al pueblo su decisión. Dimitirá o no, pero el daño a España ya lo ha hecho y de paso a doña Begoña, a la que tanto dice querer según él mismo confiesa en una insólita y lacrimosa carta publicada en redes sociales. El mundo entero conoció el pasado miércoles que la esposa del presidente del Gobierno está siendo investigada por presunto tráfico de influencias y corrupción. Da igual lo que decida: dimitir, quedarse o someterse a una moción de confianza, don Sánchez y la legislatura están acabados y las elecciones generales a la vuelta de la esquina.

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