Me permito copiar la forma en que el padrino del doctorando se dirige al Señor Rector Magnífico al comienzo de una investidura, 'Peto veniam', para ... encabezar por una vez mi quincenal artículo sin referencias históricas o citas mitológicas y hacerlo con un sucedido auténtico. Año 1960. Lugar: la finca de recreo cerca de Torrejón de Ardoz, casa señorial de los marqueses de... El tarambana hijo del marqués, reacio al estudio y al buen comportamiento, ha sido desterrado por su padre a ese apartado fundo. Atrevido y sagaz, en colaboración con un avispado sargento de la base americana próxima, organiza unos intensos fines de semana con alojamiento, buena cena y mejor partida de póker. Negocio para el heredero y para el sargento que, noche tras noche, usando sofisticadas trampas, despluma a oficiales y compañeros suboficiales venidos de la vecina base. Al cabo de un tiempo, el marquesito le pide al sargento que le enseñe a jugar y ganar. La contestación del profesional es rotunda: «Tú no jugarás bien ni ganarás casi nunca porque te gusta».

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Sabia lección y ahora, vamos al grano. Estamos en plena Transición, hay que pasar de la dictadura a la democracia evitando la confrontación y la violencia; profesionales de ideologías diversas, con su vida resuelta gracias a su formación y talento, dan un paso al frente y lo hacen no para vivir de las arcas públicas sino por responsabilidad y gusto de contribuir al nacimiento de una España libre y democrática, aceptando cargos públicos donde el estipendio es mucho menor de lo que con su currículo, su experiencia y sus virtudes ganan en el mercado privado. España hace una transición modélica para envidia y asombro del mundo entero. Pero resulta que al olisqueo de esos sueldos públicos, de esas dietas, de esos coches con conductor, de esas viviendas oficiales gratuitas, de esos almuerzos de 'baracalofi' en los mejores restaurantes, una serie de avispados personajillos sin trayectoria profesional alguna, más pillos que listos, empiezan a medrar en los partidos políticos utilizando con profusión y maña el codo para abrirse paso, la lengua para infamar y calumniar al compañero y la espalda para llevar a coscoletas al jefe que, al no ser el mejor del grupo, se siente proclive al halago y presto a prescindir de los que lo superan y aupar a esa caterva de mediocres que no parecen tener categoría para disputarle el mando Y de esta guisa, aquellos que dieron el paso porque les gustaba sacar a España de la dictadura y convertirla en una nación democrática, moderna y libre no aguantan la presión de los que, sin gustarles nada de lo anterior, pierden el culo por obtener de las arcas públicas sueldos, canonjías, sinecuras y mamandurrias con las que jamás soñaron y muy superiores a las que en el mercado libre les corresponderían por su formación, preparación y disposición al trabajo .

Ese, salvo honrosas excepciones, es el panorama que, estupefactos y en parte resignados, contemplamos los sufridos contribuyentes: miles de políticos de derechas, de izquierdas, de centro, liberales, comunistas, filoetarras y separatistas ocupando gobiernos, ayuntamientos, diputaciones, empresas públicas, organismos oficiales, disfrutando de sueldos, pluses, viviendas, coches, aviones, manejando cuantiosos presupuestos, con carta blanca para otorgar subvenciones a hórreo y dedo para nombrar a amiguetes como asesores bien remunerados, derrochando influencia para que familiares y amigos medren. «Cuerpo de Dios, qué destino y todo ello a costa ajena».

¿A alguien le extraña que con este panorama de incompetencia y derroche un desconocido personaje utilizando las redes sociales y a la voz de Se Acabó la Fiesta consiga que 800.000 españoles le otorguen su confianza? ¡Cuidado! Que, por desgracia o por suerte, esto no ha hecho más que empezar. Millones de españoles con su trabajo y esfuerzo lo ponen todo y esos miles de 'aprovechateguis', sin más mérito, salvo honrosas excepciones que aprender a medrar, a poner zancadillas a los suyos, a lisonjear sin rubor al jefe, se lo llevan crudo y encima pretenden que les aplaudamos, los homenajeemos, les perdonemos sus fechorías y lloremos cuando nos envían cartas tan cursis como falaces. ¡Cuidado, mucho cuidado!, la democracia es una planta muy frágil que hay que regar, abonar, podar y mimar sin descanso. No permitamos que se marchite por culpa de esa tropa de caraduras politicuchos que sólo piensan en su beneficio sin que les importe una higa el bien común, la paz y el progreso de nuestra querida España.

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