Cuenta Esopo en una de sus deliciosas fábulas la historia del león y el onagro, en la que después de una intensa aventura de caza ... con excelente botín, gracias a la fortaleza y fiereza del rey de la selva y a la velocidad del salvaje aunque bondadoso asno, se disponen a repartirse la pieza abatida. El león toma el mando, hace tres partes y las reparte de este modo: «La primera para mí por ser el rey, la segunda también me corresponde como socio contigo en este lance». «¿Y la tercera?», pregunta el ingenuo acompañante, y el león ruge malhumorado: «Lárgate sin rechistar y no vuelvas a preguntar».

Publicidad

Esopo gustaba de utilizar en sus fábulas a los animales como protagonistas, pero actuaciones y moralejas podían aplicarse a los humanos. No pretendo meterme en camisa de once varas pero, ¿no creen mis queridos lectores que pareciera como si Esopo hubiera estado presente el día en el que en la Asamblea López Miras se quedó con la parte del león? Acababan de dar PP y Vox la batalla electoral a las huestes de la izquierda y entre ambos habían dado en tierra con PSOE y Podemos. Era la hora del reparto; el león, en nuestra fábula encarnado en López, dice así: el primer asiento para mí que soy el que más votos tengo, el segundo también como posible futuro socio. ¿Y el tercero?, pregunta el ingenuo y bondadoso Antelo: tú calla, le responde el todopoderoso rey de la Asamblea, calla, siéntate y vótame.

«Manca fineza», dicen en estos casos nuestros vecinos italianos. Ha faltado generosidad, capacidad de liderazgo y visión de futuro. Es cierto que el PP ha obtenido muy buenos resultados, quizás más por el deseo de los electores de castigar a Sánchez y a su acólito Vélez que por premiar la gestión, por cierto bastante discutible, de López Miras, pero esos números no le permiten al lorquino hacer lo que le venga en gana porque cada paso que quisiera dar con su pretendido y deseado Gobierno en solitario sería sin apoyos garantizados y eso, durante toda la legislatura, proyectaría una imagen de debilidad más visible cada vez. No es esto lo que muchos votantes del PP y de Vox han demandado. Si dejamos a un lado los tiquismiquis, los celos y el miedo al qué dirán, se puede conseguir, con un Gobierno de coalición acorde en sus líneas programáticas, una legislatura estable sin sobresaltos y sin tener que apelar a continuos e inciertos pactos. Los que con la boca tan grande como insulsa gustan de decir que el pueblo ha hablado y le ha dado al PP el Gobierno se equivocan, si así lo hubiera querido la mayoría de los murcianos todos los votos de Vox, menos los de los candidatos y sus familiares, y de eso tampoco estoy seguro, hubieran ido a la capaza de los populares. Lo que mayoritariamente han querido los murcianos es un Gobierno de PP y Vox.

Es cierto que el PP ha obtenido muy buenos resultados, pero esos números no le permiten a López Miras hacer lo que le venga en gana

Otrosí digo: siendo la Mesa de la Asamblea órgano de gobierno de cierta relevancia, no es tan importante como la Junta de Portavoces, donde reside la capacidad de dar plácet a los proyectos de ley, ordenar comparecencias, aprobar los órdenes del día y demás asuntos importantes, y ahí Vox tiene siempre la llave para apoyar o no al PP. Es por eso, por lo que con las entendederas que me da la edad y la experiencia, digo y mantengo que la orden de ningunear y despreciar a Vox ha venido de arriba, del propio Núñez Feijóo, quien, asustado por el pacto de Valencia y lo que pueden decir los posibles huérfanos de Ciudadanos y los socialdemócratas desencantados en los que tiene puestas además de sus complacencias todas sus esperanzas, ha dado orden al 'baronet' murciano de que escenifique un desapego sideral con los 'ultras' de Abascal.

Publicidad

El gallego debe saber muy bien que estando muy caliente el buen caldo que tienes delante, o soplas o sorbes. Si te pasas de soplido puedes enfriar tanto a Vox que le obligues a negarle los votos que va a necesitar para llegar a La Moncloa y el sorbo de los pretendidos centristas y arrepentidos sin apenas unto no le lleguen ni al paladar

La cosa no ha empezado bien, quizás sin la inminencia de unas elecciones generales el león lorquino, con el beneplácito de su jefe, hubiera dado una parte del botín a su socio y la fábula hubiera tenido otro final. Aún hay tiempo de enmendar a Esopo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes por 1€

Publicidad