Año 265 a. C. Hierón II sucede a Gelón en el gobierno de Siracusa. Para conmemorar su ascenso al trono entrega al mejor de sus ... orfebres un lingote de oro con el que fabricar una gran corona. Al recibirla duda de la honradez del artesano y hace llamar a Arquímedes, uno de sus sabios asesores. Difícil cometido ese de comprobar si la corona es de oro puro o el taimado orfebre lo ha mezclado con plata, quizás con cobre, pero el físico y matemático no se da por vencido. Una mañana, mientras disfruta de un relajante baño ve que en la tina el agua sube cada vez que se sumerge en ella. Ya tiene la solución: la densidad del oro no es igual que la de la plata ni la del cobre y para comprobar si hay fraude solo hay que sumergir en una vasija la corona y un lingote de oro de igual peso y al ser distintas las densidades difiere el volumen del agua desalojada. Arquímedes pudo así atestiguar que el taimado orfebre se la había intentado dar con queso al monarca. ¡Eureka! fue el épico alarido con el que celebró su descubrimiento corriendo desnudo por la plaza.
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Llevo todo el verano tan feliz como el reputado científico al comprobar que 'Pinocho' Sánchez y su cohorte de parientes y vasallos han intentado darnos el pego con coronas que parecían de oro y no eran ni siquiera de plata sino de hojalata y han sido descubiertos y puestos en la picota.
¡Eureka! Resulta que el todopoderoso Ábalos, el que encumbró a don Sánchez y gobernaba el partido con mano de hierro era, según dicen los suyos, un trincón que junto a su escudero Koldo, el gran aizkolari Sánchez 'dixit', se forró contratando, en cantidades ingentes y a un precio escandaloso, esas mascarillas que tanto necesitábamos los pobres mortales acojonados con la pandemia.
¡Eureka! El musical hermano de don Sánchez no ha estado nunca ni se le esperaba, solo para cobrar, en su flamante despacho de la Diputación de Badajoz. Se dedicaba a programar acontecimientos musicales, tan bien pagados como carentes de éxito, mientras se escaqueaba de la Hacienda de todos empadronándose en Portugal.
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¡Eureka! La tal doña Begoña, la musa del enamorado trovador, parece que embaucó al 'incauto' rector de la Complutense que, hipnotizado por el poder que emanaban los salones de La Moncloa, no dudó en conceder una cátedra fantasma a la iletrada señora cuyo currículo no se atrevió a solicitar por si acaso molestaba al todopoderoso marido. Y sentada en el docente sillón, la señora consiguió buenos 'jalleres' de mecenas interesados en complacer al jefe y millonarias subvenciones públicas otorgadas por su marido para los avispados costaleros que la acompañaron llevando el peso de la famosa cátedra
¡Eureka! Parece que el acuerdo sobre el cupo catalán que tanta felicidad iba a llevar no solo a los catalanes sino a todos los españoles no fue como lo explicaron los de Esquerra, había truco y mucha más caca que plata y oro. Pobres independentistas, Illa investido y ¿ahora qué? Porque, a pesar del engaño seguro que los 'esquerranos' prefieren a un trilero como don Sánchez que a un gobierno de las malditas derechas.
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¡Eureka! ¿Qué fue de la excelente relación con el monarca alauí y qué más le podemos regalar para que nos deje en paz con tanto inmigrante? «No me mande más guardias, me conformo con que me mande menos estudiantes», fue la respuesta que el embajador británico míster Hore dio al ministro de Franco Serrano Súñer cuando este le ofreció mandar más policía para defender la embajada de una multitudinaria manifestación proGibraltar español. No me mande tantos signos de amistad y buena vecindad, mándeme menos inmigrantes, le debía decir Sánchez al totalitario monarca marroquí y a los mandatarios de Senegal, Mauritania y Gambia.
¡Eureka! A Zapatero se le ha caído el disfraz de componedor y hombre de paz. Han bastado unas elecciones amañadas y una reacción criminal del dictador Maduro para desenmascarar al expresidente y comprobar, tras su ominoso silencio, el grado de comunista 'cérrimo' y blanqueador de tiranos criminales que lo adornan.
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Haría un esfuerzo, incluso subiría el tono, si pudiera gritar ¡eureka! al constatar que los García-Page y demás barones, apoyados por miles de votantes socialistas de bien, deciden enfrentarse al tóxico Sánchez y bajarle los letales humos con los que nos está asfixiando. Pero no creo que caiga esa breva.
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