Al margen de que el virus procediera de un laboratorio chino, o de la transmisión de un animal a un humano, lo cierto es que ... el 'bicho' nos ha conducido a una de esas crisis pandémicas que tiene lugar en el planeta Tierra cada cien o doscientos años, por lo que, para toda la actual familia humana, este luctuoso acontecimiento ha sido absolutamente novedoso.
Publicidad
Durante mucho tiempo, hemos convertido nuestras casas en cárceles. Dichosa la familia que habitara una casa con jardín, pero pobres los que habitan en viviendas sin acceso al exterior. La casa ha terminado semiaplastando a esposos y a niños, tan necesitados de correr y juguetear al aire libre y relacionarse con otros niños. Ciertamente, la salud mental de muchas personas ha quedado tocada, especialmente las que han tenido que sufrir esta experiencia en la más triste soledad.
Al terrible número insoportable de muertes, que no hemos tenido más remedio que sobrellevar, se ha unido la penosa soledad en la que han fallecido muchos, sin ni siquiera poder contar con la compañía y consuelo de sus seres queridos.
Varios son los colectivos que han tenido un gran protagonismo durante el periodo pandémico. Sin duda, uno de ellos ha sido el personal de investigación científica, que, en tan solo un año, ha creado no una, sino varias vacunas contra el temible coronavirus. Para darnos una idea de la importancia de su aportación, no está de más que recordemos que para algunas enfermedades, como la viruela, tardaron siglos en encontrar una vacuna, en tanto que otras, como el VIH o la peste, todavía carecen de ella. Expertos en la materia consideran que el tiempo medio estimado para descubrir y fabricar una vacuna se sitúa entre los 5 y 10 años.
Publicidad
Otro colectivo, cuya actuación podríamos calificar de heroica, ha sido el personal sanitario, quien ha tenido que librar una dura batalla con escasos medios y recursos, sobre todo durante la primera oleada; ha tenido que multiplicarse para atender a tanto enfermo y ha tenido que suplir el papel de los familiares, acompañando y consolando al enfermo moribundo, durante su agonía.
A la penosa realidad del impacto en la salud de la población, con más de 100.000 fallecidos por la Covid, se unió una recesión económica de enormes dimensiones, como no se había visto en mucho tiempo, de la que, afortunadamente, estamos saliendo, aunque no hemos recuperado todavía algunas de las magnitudes económicas previas a la pandemia.
Publicidad
Es verdad que hemos salido de la recesión, que no de la crisis, pero, al contrario de lo que prometía el Gobierno, muchos han quedado atrás. Pequeños comercios, obligados a cerrar durante tanto tiempo y, posteriormente, sujetos a tantos condicionantes, no han tenido oxígeno suficiente para resistir la embestida. O el destrozo ocurrido entre la población laboral activa, que ha visto desaparecer su puesto de trabajo. Cierto que muchos de los incluidos en los ERE han podido regresar a su puesto, pero son decenas de miles lo que no han podido hacerlo.
Ahora, que estamos vislumbrando el final de la pandemia, suponiendo que una nueva variante del virus no nos vuelva a poner en la casilla de salida, consideramos conveniente echar la vista atrás y obtener conclusiones.
Publicidad
La primera es que, a pesar de la evolución de la especie humana, de los avances de la ciencia y de la pretendida sensación de autosuficiencia que tiene el hombre, hemos confirmado que tan solo somos una creatura limitada, caduca y vulnerable, que poco puede hacer contra las fuerzas de la naturaleza.
Un segundo aspecto es la constatación de que, ante situaciones de sufrimiento, el hombre es capaz de sacar lo mejor de sí mismo, y aflorar su generosidad y solidaridad. Hemos podido observar, a través de los medios de comunicación, cientos de ejemplos y de historias conmovedoras, que han dado testimonio de que vale la pena pertenecer a la gran familia humana.
Publicidad
La población española, salvo las excepciones que confirman toda regla, ha dado muestras de una gran disciplina y una gran responsabilidad, obedeciendo fielmente las instrucciones emanadas de los poderes públicos. Cada uno de los que hemos cumplido a rajatabla con la normativa, que en cada momento se nos ha impuesto, hemos salvado muchas vidas, simplemente porque hemos evitado muchos contagios. No es la primera vez en la historia que, en situaciones límite, la actitud y conducta del pueblo español han sido modélicas.
Ha quedado demostrado que el teletrabajo, algo que era residual, puede ser un buen apoyo para conciliar la vida laboral y familiar, implantándolo de forma voluntaria en aquellas empresas y centros que puedan acogerse a esta modalidad de trabajo.
Noticia Patrocinada
Por otro lado, aunque la gestión del Gobierno haya que filtrarla por el tamiz disculpable de que la pandemia ha representado toda una novedad inesperada para todos, no estaría de más que realice un análisis minucioso de todo el proceso pandémico, y sentar las bases jurídicas, éticas y económicas, estableciendo una serie de protocolos que nos permitan afrontar con más éxito una nueva pandemia, evitando la catástrofe económica y, especialmente humana, que esta nos está costando.
La pandemia nos ha enseñado, entre otras cosas, que la vida es hermosa, que no podemos desperdiciarla y que valores como la familia, la amistad y la autenticidad hay que tenerlos en consideración y siempre presentes, y no solo en escenarios dramáticos.
El mundo cambia, LA VERDAD permanece: 3 meses x 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.