120

Incluso el Matusalén de la leyenda, si hubo un personaje así, histórico, real, no creo que pasara de los ochenta, una edad ya asombrosa en tiempos bíblicos. Hoy, en cambio, se llega a los noventa con cierta frecuencia y, a veces, hasta en buen estado. Incluso algunos alcanzan los cien años. Hasta no hace mucho los cien eran el límite de lo insólito. «Esto tiene más de cien años», se decía como prueba de la longevidad de algo.

Pero llegar a los 120 años sobrepasa ya los límites de lo imaginable, no solo en el caso de las personas, más aún si cabe en el de algunas creaciones vivas que recorren la historia engarzadas en ella, es más, siendo parte de ella y cambiándola o transformándola. Es el caso de un periódico. Es el caso feliz de LA VERDAD, el periódico de Murcia, que estos días llega a esa cantidad casi legendaria: 120 años de historia.

La prensa, ya se sabe, el papel, está en peligro de extinción en todo el mundo. Pero ya Barlow (el que en los años noventa lanzase una declaración de independencia en el ciberespacio) escribió sobre contenedores y contenidos. Lo importante es el contenido, no el contenedor, es decir, lo importante es hacer un buen periodismo, se escriba en un pergamino, en papel prensa o en el espacio digital.

Ahora bien, los tiempos cambian, las modas a la ligera se suceden. Hoy está en peligro el buen periodismo. Muchas personas entre las nuevas generaciones se 'informan' en redes sociales y otros sucedáneos, o sea, una manera de informarse a través del rumor, cuando los de mi generación y mucho más atrás siempre habíamos estado de acuerdo en que el rumor no es noticia, sino solo la antesala de esta.

LA VERDAD, el periódico, que estos días cumplirá 120 años de vida, con todos los altibajos que se quieran en tan larga existencia, siempre se ha mantenido en el espacio del buen periodismo, del periodismo serio, viendo pasar el tiempo, como la Puerta de Alcalá, pero implicada en él. No sé si dentro de otros 120 años habrá algo que pueda ser denominado periodismo. Pero yo deseo que este periódico siga ahí, siendo testigo y notario de la historia.