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Del mismo modo que los excesos humanos han puesto al Mar Menor en la situación crítica que ahora lamentamos, es paradójicamente también la mano del hombre la que está detrás del estado actual de los otros dos humedales de importancia internacional que existen en la Región; en este caso, para bien. Las Lagunas de Campotéjar, en Molina de Segura y una pequeña parte en Lorquí, y las Lagunas de las Moreras, en Mazarrón, han surgido a partir de unas infraestructuras de depuración obsoletas reconvertidas en nuevos espacios de gran riqueza medioambiental.
La buena evolución de ambos enclaves, de 61 y 72 hectáreas, respectivamente, les llevó hace algo más de una década, en 2011, a alcanzar la categoría de humedal de importancia internacional (sitio Ramsar). En este selecto club, del que forman parte 76 espacios en toda España, ya figuraba, desde 1994, nuestro mayor humedal: el Mar Menor, con 15.250 hectáreas de extensión y un futuro incierto que hoy preocupa y ocupa numerosas páginas de actualidad. En estas líneas, los protagonistas son los dos hermanos pequeños de la gran laguna salada.
El profesor de Geografía de la Universidad de Murcia Gustavo Ballesteros, que es uno de los artífices de la conservación de estos lugares, explica el proceso por el que en la primera década de este siglo se sustituyeron, con modernas estaciones depuradoras, las obsoletas instalaciones basadas en el sistema de balsas de lagunaje que había en estos dos parajes desde los años 1980. Aquellos antiguos estanques cumplen ahora el papel de depósitos del agua previamente depurada, con propósitos principalmente agrícolas. En esta evolución, explica, «las lagunas de Campotéjar y de las Moreras se convirtieron en humedales que sirven de refugio de vida silvestre, sobre todo aves acuáticas, gracias a la mejora de la calidad de sus aguas y el desarrollo de vegetación perilagunar». Actualmente, estos pequeños paraísos acogen especies amenazadas a escala mundial, como la malvasía cabeciblanca ('Oxyura leucocephala'), la cerceta pardilla ('Marmaronetta angustirostris') y el porrón pardo ('Aythya nyroca').
En último término, sintetiza el profesor Ballesteros, «estos enclaves pueden ser considerados como modelo de desarrollo sostenible, donde se compatibiliza la depuración de agua residual urbana, la conservación del territorio y la biodiversidad, con el posterior uso del agua, principalmente para la agricultura».
El geógrafo, que es muy buen conocedor de la intrahistoria de estas lagunas, destaca cómo la depuración del agua residual, que en la actualidad se acomete en modernas depuradoras, y su almacenamiento en los antiguos estanques de lagunaje, antes de su uso para el riego agrícola, «pone en valor una infraestructura verde» al tiempo que genera «nuevos servicios ecosistémicos». El proceso, resume, permite cerrar el ciclo de depuración de agua al tiempo que conserva una porción del territorio para especies amenazadas y suministra al regadío.
Esa «interacción entre depuración de agua-conservación del territorio y la biodiversidad-uso del agua para irrigación», añade Ballesteros, «fue valorada de forma positiva por la Unión Europea, que en 2010 aceptó financiar en un 75% el Proyecto Life para la conservación de la Malvasía cabeciblanca en la Región de Murcia», presupuestado en más de 1,3 millones de euros. La posterior inclusión en la lista Ramsar (en alusión a la ciudad iraní en la que en 1975 se firmó un convenio sobre humedales de importancia internacional como hábitat de aves acuáticas), en el año 2011, «contribuye positivamente» a estos dos humedales, «pues garantiza esfuerzos y trabajos para la conservación de la biodiversidad», en palabras del biólogo Herminio Picazo, coordinador del estudio sobre el patrimonio natural y la diversidad en la Región publicado el año pasado por el Consejo Económico y Social de la Comunidad Autónoma (CES).
Sin embargo, para Ecologistas en Acción, «la declaración de Ramsar es una figura que le viene algo grande a las lagunas de Campotéjar y de las Moreras, y más teniendo en cuenta que son humedales artificiales de sustitución». Para esta organización, «debería haberse incorporado a la declaración de Ramsar el conjunto de humedales presentes en el territorio», aclara Rubén Vives como portavoz de la organización, «para darle coherencia en integridad a la propuesta». En este caso, añade, «al tratarse de humedales artificiales de sustitución siempre dependerán de la actividad humana, y por tanto siempre estarán en una situación precaria». Eso no impide al ecologista reconocer su valor para las aves acuáticas, y «también hay que destacar que la comunidad de quirópteros [murciélagos] está muy bien representada, sobre todo como área de caza y campeo», e incluso destaca «la presencia de fartet ['Aphanius iberus'] en las lagunas de la rambla de las Moreras».
Vives coincide con Ballesteros y Picazo en que no se precisa ninguna fórmula de protección adicional sobre estos espacios que desde 2014 ya gozan de la figura de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), por ejemplo. El experto de Ecologistas en Acción añade, por su parte, que «sí convendría ampliar e incorporar ese mosaico de humedales de los entornos más cercanos que están catalogados en el inventario nacional, para crear una red de humedales que tenga coherencia e integridad para la conservación de las especies de aves acuáticas y quirópteros que los utilizan».
Por otra parte, Rubén Vives califica de «bastante deficitaria» la intervención de la Administración en estos humedales, y señala expresamente que aún «no se han aprobado los planes de gestión de ambas áreas y por supuesto ningún plan de recuperación de gestión o de conservación de las especies que las frecuentan».
El profesor Ballesteros advierte, por su lado, de la «velocidad increíble» a la que se está transformando el entorno de las Lagunas de Campotéjar, que «de tener un paisaje agrario, en una o dos décadas [se pasará a que] todo serán naves industriales», de modo que «me temo que nos encontraremos con una isla verde rodeada de un paisaje dominado por el uso industrial». Para evitarlo, propone, «se debería redefinir el planeamiento municipal del territorio de Molina de Segura intentando mantener, al menos, una banda perimetral de uso agrario lo más extensa posible».
En el caso de las Lagunas de las Moreras, la crisis de 2008 dejó en el tintero una serie de proyectos de revalorización, como la creación de una especie de «miniestuario» en la desembocadura de la rambla que le da nombre; la habilitación de un carril bici paralelo a la misma rambla desde la orilla del mar y hasta las lagunas, y la erradicación de especies exóticas invasoras.
La propia Administración regional, a través de la Dirección General de Medio Natural, reconoce en la información facilitada para este reportaje que ambos espacios «se ven amenazados» por una serie de impactos relacionados con su ubicación en entornos antropizados y colindantes a sendas estaciones depuradoras de aguas residuales con las que se sustituyeron a las antiguas balsas de lagunaje ahora naturalizadas.
Esos impactos están relacionados en concreto con el abandono de residuos y escombros en los alrededores, con el consiguiente deterioro del paisaje; con la emisión de ruidos por las nuevas depuradoras y los vehículos que les dan servicios y los que sirven a las explotaciones colindantes, lo que puede afectar a la nidificación de especies; con distintos impactos indirectos, especialmente en la conectividad y el área potencial de desarrollo de estos hábitats; con el riesgo de contaminación del suelo por escorrentías de fincas agrícolas, y también de la antigua minería en el caso de Las Moreras; con el riesgo de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por esas mismas escorrentías, y con la proliferación de especies exóticas invasoras. Además, en las Lagunas de Campotéjar, existen problemas de filtraciones de su agua sobre cultivos adyacentes, por posibles deficiencias en el canal perimetral de drenaje que bordea el humedal, por lo que «se va a poner en marcha un proyecto de arreglo», asegura la fuente oficial.
En todo caso, el estado de estos humedales, según el informe de 2018 de los humedales Ramsar en España, es bueno, para el caso de las Lagunas de las Moreras, y moderado, para el de las de Campotéjar, precisa Herminio Picazo. Desde la Dirección General de Medio Natural actualizan el balance asegurando que ahora «se puede afirmar que el estado de conservación [de ambos] es bueno, dado que a día de hoy se ha podido comprobar la existencia, y muy probable nidificación, de varias parejas de malvasía cabeciblanca, catalogada como 'en peligro de extinción». Además, añade, «los niveles de agua, debido a las recientes lluvias, son abundantes y óptimos para la cría de acuáticas que en estos lugares suelen habitar».
Medio Natural explica que en la actualidad se está preparando un plan de mejora de infraestructuras de las Lagunas de las Moreras que favorecerá su conservación y puesta en valor por un importe estimado en unos 51.000 euros. Y en cuanto a las de Campotéjar, ya se ha autorizado el gasto para una intervención en su sistema de regulación hidráulica y para el manejo de la vegetación perilagunar de casi 107.000 euros. Junto a estas actuaciones, la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca, Medio Ambiente y Emergencias señala algunas de menor entidad, para tratar de asegurar la conservación de dos espacios naturales singulares que nacieron de la intervención humana, que y resultan de utilidad para asegurar el riego en la zona, y, particularmente, para incrementar la riqueza medioambiental de la Región.
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