MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
Viernes, 17 de junio 2016, 09:53
La Consejería de Agricultura abre la veda contra los barrenillos del pino, aunque la Asamblea Regional decide no plantear medidas para detener el avance de la cochinilla del carmín en las chumberas
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La globalización de los mercados ha supuesto un crecimiento exponencial de los intercambios comerciales en todo el mundo, lo que ha permitido el crecimiento de la economía de muchos países pero, por contra, también ha conllevado la introducción de organismos nocivos para la vegetación. Así, varias de las especies de insectos más perjudiciales para la agricultura y los bosques se encuentran ahora mismo en el foco de atención de la Región de Murcia, unas por haberse ya extendido, y otras por la posibilidad de que puedan entrar en un futuro. Los tres grandes protagonistas de la actualidad son el barrenillo o perforador del pino, la cochinilla del carmín y la psila africana.
La Consejería de Agricultura y Agua, dentro de sus actuaciones de lucha contra estas amenazas, acaba de publicar la orden que declara oficialmente la existencia de la plaga de perforadores del pino y la utilidad pública de los tratamientos contra estos agentes dañinos denominados 'de debilidad', que surgen como consecuencia de la extrema sequía que afecta, desde hace siglos, a la Región de Murcia y que deteriora el estado fitosanitario de las masas forestales.
En concreto, la iniciativa pretende adoptar medidas de control de daños y actuar contra dos especies de insectos escolítidos (un grupo de coleópteros), 'Tomicus destruens' y 'Orthotomicus erosus', conocidos popularmente como barrenillos del pino, que ya han producido la muerte de numerosos pies de pino carrasco ('Pinus halepensis') y, aunque en menor medida, de pino rodeno ('Pinus pinaster'), aprovechando los valores mínimos de precipitaciones registrados durante el último año hidrológico.
La orden, dictada a propuesta de la Dirección General de Medio Ambiente, se apoya en los trabajos y diagnósticos realizados por los técnicos, que consideran la situación actual como de 'plaga', con repercusiones medioambientales importantes en el territorio regional, circunstancia por la que se ha estimado la necesidad de declarar de interés público las actuaciones de control y eliminación de los barrenillos del pino.
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La Ley de Sanidad Vegetal considera la existencia de una plaga cuando puede producir «perjuicios económicos o daños de tal intensidad, extensión o naturaleza que hagan necesaria la lucha obligatoria como medio más eficaz de combatirla, o que las medidas de lucha requieran ser aplicadas en zonas continuas, o cuando la plaga constituya foco posible de dispersión», situación que, a juicio de los técnicos de Medio Ambiente, ya se está produciendo.
La calificación de 'utilidad pública' de la lucha contra el barrenillo del pino se basa en las «repercusiones importantes» que en el ámbito de la Región puede tener para los montes y espacios naturales «cuya conservación sea de interés por razones ambientales o como medios de producción o de bienestar social».
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La orden, publicada en el BORM del pasado 21 de marzo, establece las medidas fitosanitarias necesarias para el control y la eliminación de la plaga, como el apeo, descortezado o eliminación de los pies moribundos con insectos todavía en su interior y de los árboles completamente secos durante el verano, la instalación de árboles cebo para la captura de insectos adultos y la colocación de trampas con feromonas para atraer a los machos.
También presta especial atención a la colaboración de los propietarios particulares, que están obligados a permitir el libre acceso a las zonas que vayan a ser tratadas por los técnicos de la Administración regional, a fin de que los trabajos se realicen en la mayor superficie forestal afectada. Asimismo, fija las recomendaciones para actuar y los periodos propicios, dado que pueden variar en función de la climatología anual.
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De acuerdo a los datos recogidos por la Unidad de Salud de los Bosques de la Dirección General de Medio Ambiente desde el inicio de la plaga, en octubre de 2014, hasta el pasado 31 de marzo, la superficie forestal afectada asciende a 7.605,42 hectáreas, a las que hay que sumar otras 1.674,70 defoliadas por la sequía en los municipios de Mazarrón y de Águilas, lo que hace un total de 9.280,12 hectáreas de masa forestal perjudicada.
Esta cifra equivale al 3,57% de la superficie forestal arbolada (pinares) de la Región, que asciende a unas 260.000 hectáreas. Los municipios más perjudicados por los perforadores son Lorca, Librilla, Totana y Alhama de Murcia, que representan el 63,35% de la superficie regional afectada.
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Desde finales del año pasado, la Dirección General de Medio Ambiente está realizando un importante esfuerzo de gestión y presupuestario para la intervención en el control de esta plaga, utilizando fundamentalmente recursos del Programa de Desarrollo Rural, cofinanciados por los fondos Feader. Así, ya se han realizado tratamientos de eliminación y control de la plaga en 1.400 hectáreas de las zonas más afectadas, las ubicadas en espacios naturales protegidos o montes protectores y con unos niveles de infestación de entre el 10% y el 40% de pinos atacados por hectárea.
Más huéspedes indeseables
El perforador del pinos se suma a otras plagas ya establecidas desde hace años en la Región. Una de las más peligrosas y, a la vez, de las más desconocidas que afectan al patrimonio agrícola de la Región es la cochinilla del carmín ('Dactylopius opuntiae'), que se abre paso por la zona de Levante hasta el punto de que podría afectar hasta el 80% de las chumberas o paleras en zonas de Almería y Murcia.
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Este parásito ataca a las plantas hasta secarlas, sin que apenas se hayan puesto medios para combatirla, o hayan resultado eficaces. Incluso, cuando se han propuesto determinadas actuaciones, no siempre se les ha dado luz verde.
El responsable de Agricultura del Grupo Parlamentario Socialista, Manuel Soler, presentó el pasado mes de febrero una moción en la Asamblea Regional en la que reclamaba al Ministerio de Agricultura la puesta en marcha de un plan coordinado entre administraciones, ayuntamientos y propietarios para salvar las paleras de esta plaga. Soler considera necesario conseguir el control y la eliminación de este insecto, puesto que está secando todas las chumberas, una planta de la que destaca que «ha formado parte históricamente de nuestro paisaje, hasta que la cochinilla comenzó a eliminarla», y que produce unos frutos, los higos chumbos, que son apreciados y generan un importante mercado local.
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Sin embargo, la moción fue rechazada por el Partido Popular, una decisión que Soler califica de «lamentable», puesto que el argumento que se ofreció es que el Ministerio y las comunidades ya tienen un plan de actuación contra determinadas bacterias. Soler reprocha a los populares la falta de información de algunos de sus diputados «por no diferenciar una bacteria de un insecto».
Soler alerta de que el ataque está «muy avanzado», con muchas zonas de la comunidad y otras limítrofes en las que la plaga ya ha arrasado el 80% de la extensión de palas chumberas. Además, señala que no solo existe peligro para las chumberas, sino que también se origina un problema sanitario indirecto, «muy molesto para la población», debido a los malos olores que se producen como consecuencia de la putrefacción de las palas y por la proliferación de insectos asociados al proceso de descomposición orgánica.
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El diputado socialista reclamaba en su moción un plan coordinado desde el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, debido a que la plaga ya se ha extendido por la Comunidad Valenciana y Andalucía, con la implicación de las comunidades autónomas, los ayuntamientos y los propietarios particulares, a fin de conseguir que este insecto no continúe su expansión y se proceda a su erradicación. «Si no es coordinado desde el Ministerio y se hacen actuaciones aisladas, no funciona», argumenta Soler. Igualmente, aclara que no se pedía ningún esfuerzo económico importante, tan solo la implicación de los propietarios.
«La idea era hacer algo similar a las Agrupaciones para Tratamientos Integrados en Agricultura (Atria), que reciben financiación de la Comunidad, de Madrid o de Bruselas para actuar contra enfermedades y plagas que afectan a los cultivos y que las administraciones consideran que hay que atajar», expone el portavoz parlamentario socialista de Agricultura. También recuerda que, en el debate del proyecto de presupuestos regionales de 2013, el Grupo Socialista ya presentó una enmienda en la que proponía crear una partida para realizar una campaña de control y erradicación de la cochinilla, pero que también fue rechazada por el Grupo Popular.
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El desembarco de la cochinilla
La cochinilla de las paleras es una especie originaria de América Central, que fue detectada por primera vez en la Región en el verano de 2007, en el paraje denominado Cabezo de la Plata (Murcia), en las cercanías de la provincia de Alicante, y se extendió por diferentes zonas muy rápidamente.
El organismo, según señala la Comunidad, fue posiblemente introducido en la Unión Europea a través de material vegetal de cactáceas (cactus) procedentes de sus países originarios, «debido a los escasos controles fitosanitarios que se ejercen en los puntos de entrada a Europa de las frutas, hortalizas y material vegetal procedente de terceros países».
La plaga ha adquirido una gran dispersión a causa de las elevadas poblaciones que se alcanzan en las zonas infestadas, y se ha extendido por numerosos municipios, alcanzando lugares muy alejados del foco inicial de Murcia, como Alhama de Murcia, Cehegín, Abarán o Puerto Lumbreras. A pesar de las actuaciones de la Consejería de Agricultura y Agua para frenar la cochinilla en sus inicios, la superficie afectada superaba ya las 2.500 hectáreas en 2009, año en el que se consideró que la plaga estaba ya establecida y el Ministerio de Medio Ambiente dejó de destinar fondos para su erradicación, dada la escasa efectividad de las medidas aplicadas. A partir de entonces, la lucha contra la plaga se dejó en manos de los propietarios de los terrenos afectados.
La cochinilla del carmín es una especie muy específica de las cactáceas y principalmente del género 'opuntiae' como las paleras, que se distribuyen en la Región en forma de manchas dispersas en zonas con fuertes pendientes, donde se cultivaron para reducir los efectos erosivos de estos terrenos. Las colonias del parásito se desarrollan debajo de una capa protectora blanca de aspecto similar al algodón.
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Entre las características del insecto destaca que las hembras no tienen alas y se alimentan de la savia de la planta mediante un estilete que clavan en ella. Además, ponen huevos de los que salen individuos que colonizan nuevas paleras arrastrados por el viento.
Su ciclo biológico dura de 80 a 90 días, desde la fase de ninfa (similares a los adultos, pero sin gónadas) hasta su completo desarrollo como hembra adulta, mientras que el macho tiene un periodo de supervivencia, una vez producida la diferenciación desde la etapa de ninfa, de unos siete días. Cada hembra es capaz de tener más de 130 descendientes. Los machos son alados, carecen de aparato bucal y sienten una gran atracción por las fuentes de luz como farolas, televisores y bombillas de las zonas habitadas.
Una característica de la cochinilla es su capacidad de producir ácido carmínico (de coloración rojiza) que es muy visible al producirse el aplastamiento de los individuos, lo que ha llevado a confundirla con la cochinilla del carmín cultivada en Canarias para la obtención de colorante natural.
Los primeras síntomas de la colonización de una palera se observan con la presencia de pequeños abultamientos de color grisáceo sobre la planta, que son las colonias de ninfas recién eclosionadas y se localizan, con frecuencia, en torno a la zona de las pinchas. Posteriormente, conforme pierden movilidad, emiten una serie de filamentos de cera y cambian su apariencia, asemejándose a pequeños núcleos algodonosos de forma esférica.
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A medida que se intensifican las poblaciones, también aumenta el tamaño de la masa algodonosa, llegando a cubrir la totalidad de las paleras, lo que le da un aspecto nevado. Los daños ocasionados sobre las paleras consisten inicialmente en un ligero debilitamiento de las palas, que va incrementándose conforme crecen las poblaciones, hasta que las secan cuando la superficie foliar queda recubierta completamente por la capa algodonosa e impide la fotosíntesis. No obstante, con el paso del tiempo, la palera podría volver a retallar gracias a su fuerte sistema radicular.
El principal problema para la población son las molestias ocasionadas por los machos voladores que, por su pequeño tamaño, atraviesan las mallas mosquiteras. Además, producen manchas en el mobiliario y llegan incluso a refugiarse en el interior de los cuadros o entre los platos. Para acabar con la plaga se debe actuar rápidamente con tratamientos fitosanitarios, antes de que se extienda por la palera. Una vez se ha formado la masa algodonosa, para eliminarla se puede recurrir a frotar la planta con cepillos y agua con jabón.
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