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Lo que andaban buscando por las antiguas minas de Almendricos eran murciélagos ratoneros patudos ('Muotis cappaccinii'), y con lo que se toparon los especialistas de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) Ángel Guardiola y Jorge Balibrea, y el espeleólogo del Espeleoclub Resaltes, Alberto Roca, fueron miles de corchos de semilleros de invernaderos y centenares de neumáticos. Tiempo después, echando un vistazo a las redes sociales, al técnico de emergencias sanitarias Pedro Pascual Gázquez le saltaron todas las alarmas al ver las fotografías que Roca había publicado del desgraciado hallazgo en un emplazamiento del que no daba más detalles.
Las imágenes eran impactantes, sobre todo para Gázquez, que desde 2016 lleva investigando la minería de la Sierra de Enmedio, en la pedanía lorquina de Almendricos. Su ojo experto, entrenado en los archivos de Águilas, Lorca, el General de la Región de Murcia y, sobre todo, con la visita a los distintos yacimientos que en el siglo XIX dieron origen a la actual población, ubicó inmediatamente las instantáneas en una de las oquedades que había estudiado. «Vi el atentado medioambiental de una de nuestras minas», cuenta, «y me puse en contacto con Alberto y le dije: '¿Qué podemos hacer?'». Y lo que hicieron fue organizar una misión de limpieza de la mina Viento Fresco, como es conocida, que apenas tiene precedentes en la Región, por el grado de implicación de distintas organizaciones y particulares y sus resultados.
En total, en una sola mañana (el pasado 11 de marzo), más de 80 personas, muchas provenientes de distintos rincones de la comunidad autónoma y otras muchas llegadas también expresamente de Madrid, Cádiz, Granada, Valencia, Alicante y Almería, extrajeron 350 neumáticos, de coches, camiones y tractores, para su posterior reciclado, y más de una tonelada de basura de distinto tipo. En total, 5.000 kilos de desperdicios extraídos a mano, en una larga cadena, y en ocasiones hasta a pulso, en vertical, aprovechando un antiguo hueco practicado en el techo de la mina para sacar la antigua riqueza que escondía el paraje. En esta labor han contado con la ayuda de una grúa, con la que han elevado los neumáticos más pesados para depositarlos, junto a los demás, en el contenedor facilitado por las empresas especializadas en neumáticos TNU y Norauto España, donde es responsable de talleres el también espeleólogo aficionado José María Puerma. Él es otro de los organizadores de la limpieza de esta mina, además de Roca; Gázquez; Diego Miguel Martínez y su hijo Javier Martínez, de Almendricos; el presidente del Espeleoclub Resaltes, Manuel Marín, y la responsable de conservación de cavidades de la Federación Murciana de Espeleología, la archenera María Carmen Saorín. «Todos ellos espeleólogos», precisa el técnico de emergencias. Resaltes, la Federación Murciana de Espeleología, la Asociación Cultural de Almendricos (ACUAL) y el Ayuntamiento de Lorca se han implicado directamente en esta actuación en la que se ha recuperado una cantidad de desperdicios sin precedentes.
«A veces encuentras algunos restos de basuras o pilas en lugares de un acceso fácil, también alguna pintada, pero el grado de degradación que nos encontramos aquí no es muy habitual en cavidades», apunta Manuel Marín. «En los 11 años que llevo como espeleólogo no he visto nada parecido», coincide Roca: «Y no solo por la gran cantidad de kilos que se sacaron en pocas horas, sino por el gran despliegue de colaboración altruista, tanto de espeleólogos de toda España como de vecinos de Almendricos y sus alrededores, que lo han hecho posible en un ambiente alegre y positivo», añade. «Ha sido algo increíble que ha revolucionado el pueblo de forma muy positiva», valora el especialista, que se queda con varias imágenes: «Ver familias con niños pequeños en una cadena humana para sacar los neumáticos, escuchar a los ancianos alabar el gran trabajo que se ha hecho, ver cómo los seres humanos somos capaces de crear o destruir según nos lo propongamos...».
Más allá de la limpieza de una cavidad concreta, de lo que se trata es de «concienciar a las personas y, sobre todo, a las generaciones que nos seguirán», explica Roca. «Hay que poner en valor el cuidado de nuestro entorno y nuestro futuro, y no normalizar las malas costumbres». Con este mismo enfoque, una de las premisas que Pedro Pascual Gázquez concibió en su propuesta fue la organización de una exposición fotográfica previa a la limpieza de la mina «para que vean la belleza de nuestro patrimonio geológico y que se tome conciencia».
Lamentablemente, explica Roca, en la actualidad no es inusual toparse con cuevas en la Región de Murcia que han sido utilizadas como vertederos, sobre todo «cuando se encuentran con un acceso más o menos sencillo y cerca de poblaciones. Aunque algunas veces te sorprende ver hasta dónde han ido algunas personas a tirar cualquier tipo de basura, con el desconocimiento de las maravillosas formaciones creadas por la naturaleza durante miles de años y el frágil ecosistema de su fauna», denuncia.
El fácil acceso a la mina Viento Fresco, y su proximidad al antiguo vertedero del pueblo, facilitó que durante años los talleres de los alrededores acabaran tirando allí los neumáticos que desechaban, donde aparentemente la vista no llegaba, sospechan los espeleólogos, sobre todo cuando el reciclaje de este material, que si no se trata «tarda 1.000 años en desaparecer», no era un proceso obligado ni facilitado como ahora, explica Puerma.
Afortunadamente, hoy día «cada vez hay más conciencia respecto a la basura en las cavidades», añade Gázquez, aunque reconoce que se siguen encontrando «pequeños plásticos o papeles, pero no esta cantidad» de desperdicios retirada de la mina almendriqueña. Puerma aclara que hallar neumáticos, como en este caso, «afortunadamente no es muy frecuente en tal cantidad, aunque conocemos varias en las que han depositado residuos de diferentes tipos, como semilleros de invernaderos, de los que hace un año retiramos otras casi cuatro toneladas», en una primera edición de la intervención que acaba de tener lugar en la mina Viento Fresco. Elementos como «muebles, ropa y demás basura», completan una imagen desoladora que parece que se va erradicando, poco a poco. En gran medida por el trabajo de los grupos espeleológicos.
«En todas las federaciones», comenta Puerma, «contamos con una sección llamada Conservación de Cavidades donde estudiamos, medimos y preservamos las condiciones en las que se encuentran estos espacios naturales». Su responsable en la Federación Murciana de Espeleología, María del Carmen, confirma la presencia «muy común» de todo tipo de desperdicios en las cavidades de la Región. «La Federacion lleva ya varios años desarrollando campañas algunas de ellas subvencionadas por la comunidad autónoma, otras por la misma federación, para la ayuda de la limpieza de pintadas, extracción de escombros, reparación de formaciones, balizado para delimitar el recorrido en algunas cuevas para que los visitantes no dañen los espeleotemas..., aunque aún nos queda un largo camino por recorrer».
De momento, «aún queda mucho que limpiar en Almendricos», confirma Marín antes de advertir de «que la conservación del medio ambiente, incluido el subterráneo, es cosa de todos, y de que esto debe llegar a las generaciones de niños y jóvenes, que son el futuro». La concienciación es clave, coinciden las demás fuentes consultadas para este reportaje. Con este propósito, la actuación en Almendricos también ha incluido una charla en su colegio, «para crear conciencia y respeto por el mundo subterráneo», en palabras de Roca.
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