Manuel Martín Fernández (Madrid, 1963) es un ferroviario adicto a la bicicleta. Es habitual verlo montado en ella en su día a día, pero también esta ocupa un lugar principal cuando disfruta de su tiempo libre. Entonces, procura emprender viaje a ciudades o países donde este medio de transporte es protagonista por encima de los demás. «En Ferrara (Italia) fue impresionante. Casi todo el centro está cortado al tráfico y las bicicletas circulan por las calles adoquinadas, lo que permite que la gente se relacione. Allí montan desde niños de 8 años a mayores de 80», cuenta mientras se le ilumina la cara de felicidad. Dice que intenta exportar esta forma de vida a su tierra, Lorca. Para ello, no duda en emprender cuantas campañas de promoción se precisen para fomentar su uso. Hay quien dice que Manolo sería capaz de llamar de puerta en puerta para lograr ampliar el número de ciclistas en detrimento de los que conducen coches, motocicletas y ciclomotores. «Intentamos concienciar a través de las redes sociales. Sobre todo, ponemos el acento en la seguridad y el robo, que es lo que más echa para atrás a todos a la hora de utilizar la bici».
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-No debemos meterlos en el mismo saco que las bicicletas -que ya están clasificadas- ni a todos los vehículos de movilidad personal, pues algunos de ellos son auténticos ciclomotores que no deberían ir por los carriles bici por su potencia y velocidad, muy superiores a las bicicletas de pedaleo asistido.
-Se corre el riesgo de frenar la promoción de la bicicleta cargándola de obligaciones añadidas como seguro, casco, matrícula... algo que ya apuntó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. No todos los vehículos de movilidad personal son iguales.
-Una mayor implicación y complicidad de las instituciones, y muy en particular de los ayuntamientos, que deben atender las directrices del Plan de Movilidad Urbana Sostenible y tomar la movilidad sostenible y la bicicleta como una prioridad por sus efecto directos en la salud pública, en la seguridad vial y en la calidad del espacio público, que beneficia al turismo y al comercio local. Nos bombardean con campañas para reciclar vidrio, cartón y plástico, pero no para dejar de contaminar el aire con nuestro vehículos a motor.
-El miedo a un accidente es lo que más frena su uso, pero las estadísticas indican que las cifras se rebajan cada año. Los datos de la Dirección General de Tráfico no dejan lugar a dudas. La cifra de ciclistas fallecidos en vías interurbanas el pasado año fue de 36, cuando en 2017 fue de 43. Supone siete menos. Las de muertos en vías urbanas todavía no las tenemos, pues dependen de que las faciliten las policías locales y eso lleva algo más de tiempo. Otro asunto que frena a algunos es la preocupación a que le roben la bicicleta.
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-Hay que favorecer, entre otras medidas, la formación en centros educativos, realizar experiencias de biciescuelas para adultos desde la Universidad Popular y apoyar con campañas de concienciación, destacando los aspectos positivos de su uso para toda la comunidad. Y todo ello, en colaboración directa con las asociaciones interesadas y afectadas por estas políticas.
-La intermodalidad es la asignatura pendiente para las bicicletas. Las compañías aéreas son bastante restrictivas. En el caso del tren estás un poco a expensas del interventor. Se admiten tres por tren, pero las plegables no cuentan. En otros países como Francia y Portugal se puede hacer cicloturismo, pero aquí en España está todavía un poco complicado, aunque hay ciudades que están dando verdaderos ejemplos como Sevilla, Valencia, Vitoria y Zaragoza.
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-No. No lo hay. La única cifra que manejamos es en cuanto a los desplazamientos que se producen en bici, que aún son muy bajos. En España se calcula que está en torno a un 3%. Hay que tener en cuenta que las redes de carril bici están despegando.
-Por conciencia medioambiental. Estuve en los scouts y consiguieron que creciera en esa preocupación. No solo de cuidar la montaña o los bosques, sino de procurar llevar esas enseñanzas a casa. En mi vida diaria los desplazamientos son en bicicleta, pero también en vacaciones busco planes que la incluyan. Comencé una lucha de fondo por tratar de concienciar y convencer a los vecinos de que el uso compulsivo del coche no era bueno para nadie. Estamos gaseando con esas emisiones al resto de la comunidad.
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-Llegamos a tener 150 socios y una gran implicación en la sociedad.
-Fomentar el uso de la bicicleta. Intentamos, sobre todo, dar confianza a la gente para que se atrevan a montar en ella. La gente no se da cuenta de que atravesar Juan Carlos I en bicicleta se puede hacer en 3 minutos, mientras que en coche supone 15. Y evitamos que los peatones respiren a pie de calle el humo de los coches. La arteria principal de la ciudad es la más contaminada de Lorca. Y, además, no tiene carril bici. Falta aún unir la red de carriles bici para una movilidad sostenible.
La propuesta de Manuel Martín es «cercana» y «llena de encanto». Son seis kilómetros en un recorrido circular por las pedanías lorquinas de Tiata y Cazalla. «Es mi cordón umbilical con la ciudad, pero me permite oxigenarme y reflexionar por un recorrido que me encanta hacer». Las vistas son inmejorables. «Desde él hay un visionado general del Castillo, pero también de la vieja ciudad. Y unas perspectivas únicas de la Sierra de la Peña Rubia. Los atardeceres son preciosos». Las estaciones se dejan sentir a modo de aromas. «La flor de azahar, jazmines, galanes de noche... de los jardines de las casas te recuerdan que llega la primavera. O la caída de las hojas, que el otoño está cerca», concluye.
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