La actividad laboral de Alfonso Carretero (Cartagena, 1981) solo es posible en apenas una decena de países del mundo, que son los pocos en los ... que existe una industria de construcción de submarinos. Su trabajo como tubero, especializado en el ensamblaje en este tipo tan particular de buques, le ha permitido trabajar en distintas partes del mundo, incluida alguna a la que jamás hubiera pensado ir, y que le ha dejado una importante huella, como la isla de Borneo. Ahora, desde hace un lustro, sus funciones se centran en labores sindicalistas.
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–En ámbitos del conservacionismo regional le definen como «eterno excursionista». ¿Qué cree que quieren decir con eso?
–Siempre me ha llamado la atención la montaña y todo lo relacionado con ella: desde quedarte mirando una bonita flor hasta el contemplar las más altas cumbres. Cada vez que he podido me he aventurado en algo y lo seguiré haciendo así mientras pueda. Pienso que es una forma de vida que se lleva grabada en el ADN. Como se dice, la cabra tira al monte.
–Su actividad profesional como constructor naval está vinculada al mar, pero es usted un excursionista de tierra firme. ¿Compensa una cosa con la otra?
–Por supuesto. Tener un contacto permanente con el mar te hace valorar todo lo que nos rodea. El agua es vida. Gracias a mi actividad he podido viajar por ciertos países a los que no me había planteado ir y he podido conocer lugares increíbles. Como ejemplo, mi bautismo de buceo lo realicé en la isla de Borneo, que hasta hace unos años era una de las más inexploradas del mundo. Está en el sudeste asiático. Es una isla a la que, desde luego, me gustaría volver por la gran biodiversidad que ofrece y la amabilidad de su gente.
–¿Cuándo comenzó sus andanzas como excursionista?
–Desde que tengo uso de razón. Tuve la suerte de poder disfrutar con mi familia de interminables viajes, yendo de camping. Mis padres optaron por ese modo de viajar incluso antes de que naciera yo, así que imagina todos los valores inculcados a lo largo de mi vida y todas las vivencias y contacto con la naturaleza que he vivido. Aún recuerdo cuando, siendo un enano, disfrutaba con mi abuelo de unas buenas caminatas por la zona de Percheles buscando fósiles y persiguiendo lagartijas. Ya con unos 15 años me empecé a interesar por la bici de montaña, lo que me abrió un abanico infinito de posibilidades de rutas y zonas inexploradas que iba combinando con la realización de tosas las excursiones posibles.
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–¿Y qué le aporta tanta excursión?
–Es mi vía de escape. Me aporta tranquilidad y reflexión, y mérito propio. Muchas veces me pregunto «qué necesidad tengo yo de estar aquí y ahora», pero al mirar atrás todo pensamiento cambia y al terminar ya estoy deseando volverme a escapar. No solo es el destino, sino también el camino recorrido lo que me enriquece con vivencias y experiencias. La vida es demasiado corta como para no vivirla. Me suelo decir: «¿Cuántas veces vas a estar aquí y ahora?».
–¿Con qué se ha encontrado que le resulte llamativo?
–Lo que más me ha llamado la atención es el aumento de afluencia a la montaña. Recuerdo que hace ya algunos años no te cruzabas a nadie, y hoy en día es muy habitual. Desgraciadamente, no todo el mundo esta concienciado con dejar la mínima huella posible en el entorno, y personalmente he notado que hay mucha más basura allá por donde vas.
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–¿Nota muy cambiada la naturaleza respecto a lo que conoció hace años?
–Personalmente pienso que el impacto del cambio climático es más que evidente y se agrava mucho más rápido que los modelos previstos en un principio. Yo soy de los que piensan que vamos a ver cosas y vivir acontecimientos que nos van a dejar mucha huella como especie.
–¿Vamos a mejor o a peor en el cuidado medioambiental?
–Me gustaría decir que vamos a mejor, pero para eso tendría que tomar un punto de referencia común con el que analizar la pregunta. La deriva medioambiental que arrastramos mundialmente difícilmente se remonta con acciones a las que se les da más o menos visión según algunos intereses. Aunque yo personalmente me quedo con que todo suma. Se tiene que migrar hacia una cultura de equilibrio medioambiental en la que se visualizaría el impacto dentro de varias décadas.
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–¿Por qué lugares más llamativos ha caminado?
–Como lugar me quedaría con una ruta que realicé en la isla de Maui en Hawái, por el corazón de un bosque de bambú. Fue increíble. Pero, volviendo a la realidad del día a día, hay rincones increíbles dentro de la Región, aunque reconozco que me gusta mucho viajar a los Pirineos. Allí encuentro el poder caminar por encima de los glaciares, que para mi es una experiencia increíble.
–¿Cuál es su lugar natural preferido de la Región?
–Lugares preferidos tengo varios, pero podría empezar por la zona del noroeste de la Región. Allí se esconden lugares que nunca dejan de sorprenderte. Y al ser la zona más húmeda de la Región se le suma la atracción de los ríos, las fuentes y los riachuelos que encuentras por el camino. Entre el verano y el invierno el paisaje cambia drásticamente con muchas posibilidades. Pero no puedo dejar de nombrar las playas de Calblanque.
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